miércoles, 26 de diciembre de 2012

23 de diciembre, en el Ocejón.





El 23 de diciembre en el corazón peninsular y a 2.049 metros,  no espera uno encontrarse a nuestra amiga montañera Chus, ágil y fibrosa, en camiseta de tirantes; o  a Pepa, la incombustible organizadora del club Alcarreño de Montaña con su gorrito de Papá Noel vestida con una liviana camiseta; y a la gente, despojándose de suéters y polares, y protegiendo apenas su pecho con una delgada camiseta térmica. Nadie llevaba gorra: ¿Quién iba a pensar que en pleno invierno la necesitarían? A final del día muchos acabamos, pues, con la incipiente calva enrojecida. 

Lucía un sol primaveral. Uno  recordaba entonces el año pasado brindando por el fin de la crisis en medio de una tormenta de viento y de cillisca. En el presente, la naturaleza parecía compensarnos con un premio gordo de la lotería metreorológica: el día era esplendoroso.

Tampoco era usual ver semejante aglomeración en la cresta que da acceso al pico Ocejón: más de trescientos montañeros en pie cantando villancicos acompañados por el ronco son de una zambomba y las risueñas notas de una guitarra. Y, desde  luego sorprendía, el trasiego de chupitos, el alzamiento de copas de champán, el beso a morro de la botella de sidra... La gente, en la fase etílica de la exaltación de la amistad, se fundía en abrazos y besos, nos saludaban con la boca llena de polvorones y se superponían las animosas conversaciones y las expresiones de alegría... Una docena de perros correteaba entre las peñas sorprendidos por ese regalo de naturaleza desacostumbrado:  sorteaban los pies de la manada humana aceptando con respeto su presencia y su primacía en el paso.

Junto a la pequeña plataforma del vértice geodésico esperaban pacientemente turno y  hueco para ser  retratados los orgullosos montañeros que consiguieron coronar la cima. A sus pies, por el valle del Campachuelo, tamizado en verde brillante de agallugas, sepenteaban como diminutas hormigas los rezagados cruzándose ya con los que regresan al pueblo de Majaelrayo o al más alejado de Valverde por el valle oriental.

Tras seis meses sin moverme apenas de las sillas retomé la actividad senderista con la ascensión tradicional al Ocejón en la provincia de Guadalajara: ¡Una temeridad! Apenas realicé un leve entrenamiento, pequeños paseos, tres o cuatro días de la semana anterior. Gracias a esa mínima preparación pude llegar a la cima, eso sí, pero lo hice imponiéndome un ritmo cansino, viejuno. A base de paso lento conseguí que no protestaron demasiado las articulaciones. No se hinchó la operada rodilla. No gritaron los tendones desde su rincón muscular... Pero sentí músculos que ni sabía que existían, flojeaban las piernas, pesaban los pies infinitamente... Buscaba, zigzagueando con los pies, el trayecto más horizontal posible. Sorteaba los numerosos salientes de pizarra, las agujas que se alzaban cruzando sus hojas aliladas sobre la senda...

Pero llegué. Y en lo alto, brindando por el fin de la crisis, olvidé las llamadas de auxilio de mi cuerpo serrano. Después de una hora en la cumbre apresuramos la bajada para llegar a tiempo a coger el autobús. Y, ya en el albergue junto a Camplillo de Ranas, me resarcí con dos platos de judiones con boletus, exquisitamente preparados, y una buena tajada de pollo asado. Sin olvidar una copa fantasía de yogur líquido con frutas. Mi amiga Estrella, al lado de Chus, no dejó de hablar en dos o tres horas, en medio de las protestas de la pareja de esta última que se asombraba de tamaña verborrea.

Para los  postres, se improvisó rápidamente un coro navideño que hizo un cumplido repaso de los villancicos clásicos y de los más tradicionales de la región. Yo, que no soporto bien el bullicio, salí a respirar el aire, fresco para entonces, de la sierra y a apurar los últimos rayos del atardecer sentado frente a la lejana cresta de la sierra tras la que pronto se ocultaría elsol. Apoyada mi espalda contra la negra pizarra oía amortiguados los ecos de los villancicos:

"Dale, dale, dale;
dale a la zambomba.
Dale, dale, dale;
hasta que se rompa."

Y yo me sentía prácticamente roto, descoyuntado. Había dado a mi cuerpo un zambombazo, de cuyo eco, en forma de dolores musculares,  no me libraría en varios días. ¡Pero lo había conseguido"

lunes, 24 de diciembre de 2012

El viejo Nicolás

"


Poco antes de su largo viaje en la Navidad de 2013 Papá Noel reflexiona sobre la transformación que, por unas cosas o por otras, ha ocurrido en su persona. Está preparando sus memorias, una debilidad que delataba que se siente un poco mayor, un tanto cansado...

Había nacido hacía más de 1600 años en la ciudad de Pátara, en una región de Anatolia conocida como Lycia que quiere decir Tierra de Lobos. Sus padres le pusieron Nicolás, pero son ya muy pocos los que le conocen por ese nombre. Muy lejos en el tiempo, el viejo Nicolás recuerda a sus queridos padres, ricos comerciantes que le colmaban de atenciones, y a su tío obispo Nicolás del que heredó el nombre. Con pocos años todavía la peste asoló el país y sus padres murieron dejandole huérfano. Aún está viva en su memoria la pena de aquellos días y su decisión de aliviar su dolor ayudando a los más necesitados. Al alcanzar la mayoría de edad, repartió su rica herencia entre los más débiles de la sociedad y los niños por los que siempre sintió predilección. Lo hacía humildemente, de incógnito; pero -recuerda con resignación- en una ocasión fue descubierto y esto ocasionó que, a partir de entonces, le fuera encomendada hasta la eternidad la misión que año tras año lleva a cabo en todos los países de raíces cristianas en el mundo: llevar a los niños los regalos de Navidad.

Todo empezó aquel día en que llegó a sus oídos los apuros de un pobre y anciano padre que no  podía reunir el dinero de la dote para el casamiento de sus tres jóvenes hijas. Nicolás se conmovió al imaginar la vida que les aguardaba: solteronas y avergonzadas de por vida. Compadecido, decidió introducirse una noche en su casa con una bolsa de monedas de oro que dejó en los calcetines de la hermana mayor. Reconfortado con la manifiesta alegría de la joven continuó sus incursiones dos noches más dejando dejando en cada ocasión una preciada bolsa en los calcetines de las otras hermanas y que estas ponían a secar sobre la chimenea de la casa. Recuerda vívidamente cómo fue descubierto por el anciano padre que, pese a sus súplicas, lo pregonó por toda Pátara. Su destino había quedado escrito en ese mismo instante.

De su vida a partir de entonces, pocos se acuerdan. Aún guarda en su ropero el traje de obispo que conserva desde que le problamaron como tal a los 19 años. Aunque su talla no le vale: por entonces era alto y delgado y no como ahora regordete y más bien bajito. También su cara se ha transformado y el gesto enérgico y serio de los iconos orientales donde le retrataron ha dado paso a la expresión risueña de un amable anciano con sobrepeso.  Suspira al pensar que su vida por entonces estaba repleta de acción y frenesí: milagros, conversiones, resucitanciones, cruzadas contra los herejes, presidios (sonríe al recordar aquella vez que quemaron su preciada barba en la carcel por orden del emperador Licino)... Pero sus recuerdos más dulces se refieren a sus viajes en burro llevando regalos a los niños de su diócesis. Sabe que murió hace tiempo, el 6 de diciembre del año 345, y sabe también que su cuerpo fue trasladado tras la conquista musulmana a la ciudad italiana de Bari donde se le venera desde entonces. Pero ahora se ha trasmutado en un ser especial, una especie de ángel atípico tan apegado  a las costumbres terrenales que no duda en brindar con coca-cola.

El caso es que, tras aquellos regalos a las jóvenes en Pátara  todo el mundo aprovechó la ocasión para resucitar una costumbre ancestral en muchos pueblos (romanos, babilónicos...) a lo largo de la historia: celebrar el solsticio de invierno con fiestas y regalos a los niños. Irónico destino el suyo, que luchó con determinación por erradicar los cultos paganos en su época, ordenando demoler el conocido templo de Artemisa en Myra. A partir de ahora, su historia era la escusa perfecta  para continuar una costumbre pagana revestida de motivo religioso: San Nicolás de Bari traería regalos a los niños cada Navidad.

Durante cientos de estuvo desempeñando su dulce y generoso trabajo en Europa (América aún no se había descubierto) y acomodó su actuación a las diferentes maneras que le solicitaron en cada  país. En general, repartía los regalos en la noche del 5 al 6 (el día de Reyes en algunos países como España), pero las disputas religiosas durante la Reforma hicieron que los protestantes alemanes reclamaran que fuera el propio Niño Jesús (Christking) quién repartiera personalmente los regalos. El pobre San Nicolás sufría por la disputa religiosa en que se vio envuelta la Cristiandad.  No le importó que fuera el mismísimo Dios Niño quién repartiera los regalos que se afanaba en acumular a lo largo del año: ¿Quién era él para hacerle sombra? Pero la tradición de muchos países seguía invocándole en cada Navidad. Lo que sí tuvo que modificar fue la fecha de las entregas: para homenajear al niño Jesús se trasladó la fecha al 25 de diciembre, día de su nacimiento.

Con el paso de los siglos y la influencia protestante, San Nicolás comenzó a esfumarse de la mente de los niños de todo el mundo. Sólo en Holanda aún se le recordaba con su atuendo de obispo, montado en un burro y llevando un saco con regalos para los niños buenos y un cesto de varas para los desobedientes (esto le desagradaba profundamente, no iba con su estilo; pero los padres debían encontrar una escusa perfecta para castigar las  pequeñas travesuras de sus pequeños). Más tarde las varas se sutituyeron por un pasaje en el barco donde él debía llegar (El Espanje, o España) que llevaría a los niños malos a aquel país (el castigo debía ser terrible pues Holanda estaba en guerra con España y los españoles tenían fama de sanguinarios, una especie de "Coco" con que se asustaba a los niños holandeses). San Nicolás llegó a tener un serio conflicto con los Reyes Magos, patronos de la Navidad en aquel país.

Su primer viaje trasatlántico ocurrió allá por 1624, cuando los emigrantes holandeses que fundaron la ciudad de Nueva Amsterdan (más tarde rebautizada por los ingleses como Nueva York) le llevaron  con ellos. Éstos le llamaban  (Sinterklaas). Con ese nombre, "Santas Claus", se extendió su fama por toda Norteamérica y tuvo que duplicar la producción de regalos.

Con el paso del tiempo, su historia se contó tantas veces, por tanta gente y de manera tan diferente que él mismo acabó por no reconocerse. En 1809, el escritor Wasingthon Irwing, escribió su Historia de Nueva York y describió su llegada a la ciudad. Su relato se hizo tan famoso que ya definitivamente, incluso los propios ingleses popularizaron su imagen sin sus estimadas ropas de obispo ni el querido caballo blanco volador que estuvo usando durante cientos de años. Unos años después apareció aquel  profesor de estudios bíblicos de Nueva York, Clemen C.Moore, que editó un poema trufado de pagana magia y leyendas laponas que le hicieron cambiar de look: tuvo que envejecer, modelar un cuerpo rechoncho y bajito (¡Por Dios, su santidad transmutado en gnomo! ¡Él, que fue de las  personas más altas de Pátara!). Además hubo de trasladarse a vivir a Laponia y domesticar unos cuantos renos para tirar del trineo de los regalos. Por añadidura le cambiaron la fecha de las entregas  y situaron su llegada la víspera de Navidad. Tuvo que realizar una dieta de engordamiento  para no defraudar a los pequeños. La puntilla definitiva de su desnaturalizado aspecto llegó al publicarse su nueva imagen en la revista Harper's Weeklya. Las ilustraciones de aquel  caricaturista político (¡Válgame Dios!) llamado Thomas Nastan le retrataron a partir de entonces gordo y le obligaron a trasladar toda su logística al Polo Norte.

De esta guisa vestido y con su nuevo y desmejorado aspecto realizó, avergaonzado, la vuelta a su continente natal. En los dos últimos siglos su nueva imagen regresó transformada a Europa llegando a Gran Bretaña y de ahí Francia, España y, en otro viaje trasatlántico más, a hispanoamérica. Puesto que los ingleses le llamaron Padre Navidad (Father Christmas) y los franceses Pére Noel, en España se le bautizó definitivamente como Papá Noel.

La guinda de la degradación de su imagen se la impuso la empresa Coca-cola. En aquella desgraciada campaña publicitaria de 1930, le dibujaron en un cartel anunciador escuchando peticiones de los niños en un centro comercial. El maldito sueco  Habdon Sundblom continuó diseñándole durante las sucesivas navidades hasta 1966 forzándole a aparecer asociado a la famosa marca de bebidas (¡Y sin cobrar, que al menos sus derechos de imagen podrían engrosar el saco de los regalos!). Desde entonces se obliga a maquillarse cada año, ante el espejo, con la imágen definitva del grueso y bonachón anciano de ojos picaros y amables, vestido de color rojo con ribetes blancos: los colores oficiales de Coca-cola.

El viejo Nicolás se siente cansado. Desterrado al Polo Norte, ya sólo es reclamado para conducir el Reno-Exprés del centro comercial. Ya no regala, sólo realiza entregas encargos de papás y mamás que dilapidan partes sustanciosas de sus sueldos en costosos regalos de efímera ilusión.  Hace tiempo que no regala dotes a desesperadas jóvenes casaderas, ni los niños se sorprenden ante la llegada de su burrito cargado de regalos inesperados...  los encargan por catálogo en el Corte Inglés. Quizás, piensa, mi tiempo se acaba. Pasea su trineo constelado de leds luminosos por las calles desiertas contemplando con tristeza los rojos muñecos, pobres títeres de sí mismo, colgados (casi ahorcados) bajo las ventanas. En el frío de la noche intenta su peculiar risa bonachona: Jo, jo, jo... que termina ahogada en un convulso ataque de tos.
- ¡Vaya, ya me he vuelto a resfriar!

sábado, 22 de diciembre de 2012

Microrrelatos de cine 6: "El autógrafo"


El autógrafo

 Se llamaba Concha Velasco y era la novia de España. Estaba allí, sonriendo, a apenas diez metros de nosotros. Yo la miraba embobado, agitado por el deseo de acercarme y pedirle un autógrafo; pero la vergüenza me paralizaba. Tenía a mi lado a mi hermano con dos años menos y se me ocurrió animarle a fuera él quien lo hiciera...

Él se acercó a la actriz y realizó su petición con una mirada suplicante. La joven actriz le sonrió y además garabateó una dedicatoria en la libreta. 

Risueño, vino a enseñarme su precioso tesoro. A mí me disgustó encontrar una dedicatoria ajena en "mi" autógrafo. Puse mala cara. Mi hermano, alertado por el gesto, me urgió que se lo devolviera.

-Pero, ¡si te he mandado yo! Te envié  para que le pidieras un autógrafo para mí...

Él reclamaba enrabietado su trofeo.

- ¡Dámelo, es mío!

Entonces, preso de la ira, rompí el papel en pedazos. Él se deshizo en lágrimas de furia e impotencia. Yo sentí pena por su tristeza al tiempo que irritación por su inoportuna rabieta. Cuando me pidieron explicaciones en casa nadie pareció entenderme. En el aire sonaban implacables, las palabras:

- Eres un egoísta... egoísta... egoísta...

viernes, 21 de diciembre de 2012

Microrrelatos de cine 5: "El exorcista"


 
El Exorcista

En el último día de internado convencí a mi amigo Marcos para escapar esa noche y acercarnos a Salamanca a ver "El Exorcista". La película tenía el punto de morbo que la hacía la aventura, incluso,  más apetecible.  Llegada la noche, cuando todos dormían , nos descolgamos por una ventana de la planta baja dejándola previsoramente sin cerrar.

Con la excitación de lo prohibido paseamos nuestros quince años por la noche salamantina y vimos la película en su última sesión. A las tres de la madrugada estábamos de vuelta frente a la ventana prevista, entonces comprobamos horrorizados que la habían cerrado. Quedamos paralizados largo  tiempo acurrucados contra la pared al abrigo de las sombras. Después nos sobrepusimos y exploramos el contorno del edificio. Lo circundamos varias veces hasta que dimos con un pequeño ventanuco elevado que estaba abierto y daba a las cocinas.  Alzado sobre los hombros de Marcos alcancé el pequeño hueco y, metiendo la cabeza, penetré en el interior a donde caí a plomo desde dos metros sin romperme nada aunque con considerable estropicio. Después logré izar a mi compañero. Sigilosamente nos dirigimos a nuestros cuartos y nos despedimos rezando por que nadie se hubiera enterado.

 

jueves, 20 de diciembre de 2012

Microrrelatos de cine 4: "El primer rodaje"


El primer rodaje.
ABRIR EN NEGRO (Aparece lentamente un calendario. Se trata de un calendario de taco pegado a la pared al lado de un viejo cartel con una imagen de la catedral de Burgos tras el paseo del Espolón a la orilla del río Arlanzón.) La cámara hace una transición desde el plano detalle de las hojas del calendario (5 de mayo de 1963) hasta una modesta cocina donde se detiene en plano medio sobre un niño y su madre. La madre muestra a su hijo un taumotropo que acaba de fabricar. El pequeño lo contempla con los ojos muy abiertos)
- ¿Cómo lo haces? ¡Déjamelo, quiero probar yo...!
Curioso el niño lo toma en sus manos y tira de los cordones. El pequeño disco empieza a girar y el pájaro libre es inmediatamente apresado por la jaula. Juega el niño a capturar la realidad, a manipularla y sorprender con ella. Está rodando la primera película de su vida.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Microrrelatos de cine 3: "La primera producción"



Anuncio del primer CinExin de la década de los 70.

La primera producción.

CORTINILLA.

 (PLANO ENTERO en el interior de una pequeña habitación. Una cama turca está desplegada desde el armario de la pared y ocupa el centro de la habitación. Se trata de una habitación infantil muy modesta. Una vieja colcha sobre la cama y sobre esta un "cinexin" con varios rollos de película en papel vegetal desperdigados alrededor. Un niño de 9 años y sus hermanos de 7 y 5 años están a un lado de la cama, tras el proyector de juguete. El mayor, nuestro personaje,  prepara un rollo realizado artesanalmente y dibujado por él mismo)

- ¡Esperad! ¡Con cuidado, Luis, no enchufes todavía! ¡Veréis que chulada...! La he dibujado yo...
 Los Reyes, aquel año, habían dejado un regalo muy estimado. Quizás supieran de la incipiente afición de aquel niño por el cine. En su habitación a oscuras se organizaban las "matinales" en cuyas sesiones la bombilla de 60 watios recalentaba la chapa y producía un sospechoso olor a cable y papel quemado. Como Tim Burton en Frankenwennie, como Spielberg en su infancia jugábamos a ser directores y crear nuestra propia película.
Fue con uno de estos proyectores NIC que (el relato está basado 
experiencias reales) montábamos nuestras películas en la pequeña
habitación de casa, allá por 1975).


martes, 18 de diciembre de 2012

Microrrelatos de cine 2: "Sesión continua"

Sesión continua

Los tres niños son hermanos. El mayor apoya la barbilla en la repisa de la ventanilla del cine REX  de Burgos mientras compra las entradas. Los dos más pequeños miran absortos las carteleras. En el programa de hoy se aprecian los posters de "Fantomas" y "La venganza del Zorro". El mayor pide 3 entradas de sesión continua. Un reloj al fondo señala las 3:30.
- Tres entradas por favor... ¿A qué hora cierran el cine?
- A las 12.
- Gracias.

 Luego pasan más de seis horas en el cine. Ven las películas dos veces. En otras ocasiones han intentado empezar un tercer pase, pero se hacía muy tarde y, en casa, los padres se enfadarían. No hay dinero para refrescos. Apenas para alguna chuchería. Cuando abandonan la sala es de noche.
- Ha estado bien la de Fantomas.
- Pues yo creo que la del Zorro es mejor.
 
Se pierden calle Santander arriba blandiendo espadas imaginarias y ensayando acrobacias imposibles sobre los bordillos y bolardos de la acera.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Microrrelatos de cine 1: "Una de terror"

Os dejo aquí un pequeño relato (autobiográfico, para más señas) que envié al I Concurso de Microrrelatos de Cine organizado por Escritores de Rivas. Quedó finalista. A conitnuación, consecutivamene, aprecerá cada día uno más hasta completar los cinco que envié.



Una de terror.

¡Mamá!, ¡Mamá! ... ¿Dónde estás?... ¡Mamá, ven!... ¿Por qué te has ido?...

La madre no acude. En esta cálida noche de primavera en Carrión de los Condes ha ido junto con el padre del pequeño a ver una película en el cine del pueblo. Es la primera vez que lo hace. Dejó a su pequeño dormido confiada en que no despertaría... Pero despertó. Y el pequeño pasó dos largas horas aterrado en la soledad de su oscura habitación. El cine se cruzaba por primera vez en su camino.  Vivía su primera película de terror.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cara-duras


Miro vuestras caras. A veces muestran gestos serios, preocupados; en otras asoma una sonrisa cínica, omnipotente. Nunca se os ve resignados, arrepentidos; acaso intentáis una pose desvalida, una tristeza fingida, una expresión indignada.
Se derrama vuestro rostro en minúsculas gotas de tintas tricolores sobre el papel prensa. Millares de fotografías que son huellas fugaces, fungibles en el papel. Vuestra imagen digital viaja instantánea a través de los vasos comunicantes de la red. Surcan las fibras un ejército de datos que forman a su llegada un rostro congelado, un instante del teatro de vuestra vida.
Y aguantáis el tipo sin confesión, sin propósito de la enmienda. Dobláis la oferta del lote de la corrupción: al robo unís la soberbia, con la soberbia regaláis el insulto.
Advierto en vuestra actitud los síntomas de la psicopatía: no sentís el dolor de la gente, no os importa el devastador efecto del engaño. Cunde el desconcierto. Descubro en el pueblo llano los efectos de la enfermedad: la apatía y la resignación, la invasión de la indiferencia, el gobierno de la abulia.
Implantáis la pedagogía del egoísmo. Modificías el  currículo de la ética: la inocencia es estupidez, la virtud enfermedad, la honradez un lastre. El verbo competir abofetea a cooperar. Y "bueno" pasa de abstracto a concreto aplicándose exclusivamente a lo percibido por los sentidos, se restrige al campo semántico de la economia, la gastronomía, el arte, el sexo, la calidad de los objetos...
Porque sois muchos. Porque habéis pervertido la esperanza. Porque infectáis esta sociedad como virus, seres no vivos, que necesitan a los hombres para reproducirse, incapaces de vivir por sí solos. Estáis muertos, pero seguis infectando a los hombres.
Convoco al corazón de los hombres. Llamo al puerta del común entendimiento. No nos dejemos engañar. Son lobos disfrazados de corderos. Pero hay una forma de descubrirlos: babean por el dinero, secretan bilis anticipatorias ante los sobres de las comisiones... y caen en el cepo de la codicia.
Desde el cepo, aullarán de pena; mostrarán su patíta ensangrentada para movernos a compasión, mirarán con pena por detrás de las rejas de su jaula esprando que olvidéis porqué están allí. Reclamarán la ayuda de otros lobos como ellos para organizar su libertad. No os dejéis engañar. Endureced el corazón. Sólo los corazones duros latirán con fuerza. Y la necestamos más que nunca.  

martes, 11 de diciembre de 2012

Los fusilamientos del 11 de diciembre de 2008

El 11 de noviembre de 2008 en los periódicos de la CAM se publicaron los listados de la Prueba de Primaria del curso 2007/08. Mi antiguo colegio, el Antonio de Nebrija, obtuvo los peores resultados del municipio de Alcalá.

Sólo un día después la noticia saltaba a las páginas de la prensa local: El Diario de Alcalá titulaba: "El colegio Nebrija multiplica por 12 la tasa de suspensos del San Gabriel" y tras un análisis de los resultados, cuidándose de resaltar muy claramente las diferencias entre público y concertado/privado, abría paso a un foro que en pocas horas llegaba a 24 comentarios. Aún los conservo. Aquello me resultó sorprendente: Algunos padres achacaban el fracaso a la presencia masiva de inmigranes, otros al director por sus afinidades políticas, algunos a la indisciplina de los jóvenes de hoy, un docente alcalaíno aseguraba que los resultados obedecían a las cambinates  promociones anuales, otras personas aprovechaban para arremeter contra el alcalde... varios exalumnos defendían su antiguo colegio, algunas madres expresaban su público disgusto y preocupación  por tener a sus hijos matriculados obligatoriamente en sus aulas de EI...

Alarmado, envié emails a todos mis excompañeros informándoles de este estado de opinión y mostrándoles mi apoyo. Al día siguiente recibí dolidas respuestas de varios de ellos. Estaban apenados y desconcertados: ¿dónde radicaba el problema? ¿En manos de quién estaban las soluciones? Una de ellas me describía la tensa situación creada: la publicación, las listas, las entradas en los foros de la prensa digital, los padres mirándolos con cara de circustancias en la entrada, los comentarios de los niños de 6º (los presumiblemente "próximos  fracasados" en la evaluación...), el director escabulléndose ante el público fusilamiento...

Próxima la Navidad se me ocurrió hacer un villancico que envié ese año a mis excompañeras. Intenté reflejar el ambiente y la realidad de la labor educativa del. Y era también homenaje y aliento al profesorado que yo conocía tan bien; a esas maestras de E.I. que trabajan para cambiar el estereotipo que lucía (deshonrosamente) el colegio.

Hoy, 6º aniversario, de aquel metafórico fusilamiento,  quiero recordarlo aquí, en este blog:

María lloraba,
fumaba José.
¿No escolarizarlo
en el san Gabriel?

- Mire usted:le digo,
¡que no puede ser!
Revise los puntos
los cuente otra vez

- Lo siento, al Nebrija
lo ha de traer.

- ¡Señor, qué disgusto!
¿Qué será de él?
¡Será un ignorante!
¿Llegará a leer?
¿Logrará aprenderse
la tabla del 10?
¿No se pega algo
entre tanto ACNEE?
¿Será contagioso
lo del TGD?
Con tanto rumano
¿no hablará al revés?
¿y si algún gitano
le quiere morder?

María lloraba,
fumaba José.
Jesús con tres años
se asusta ¡ya ves!
¡Un Dios pasa miedo
cuando un niño es!

Pasó el primer día
y el miedo también.
Pasó una semana
y después un mes.
Llegado diciembre
supo qué querer
y pidió a los reyes
tres regalos, tres.
- Que Estrella me quiera
¡que sabe querer!
-Que Nieves me enseñe
¡que lo hace muy bien!
- Que Miriam me anime
y me ayude también.

María sonríe,
se alegra José.
Jesús va contento
¡y qué listo es!

Un bando del Cesar
se ha dictado ayer.
Han de examinarse
en el sexto nivel.
De los resultados
se habla en el café:
¡Muy mal el Nebrija!
¡Muy bien San Gabriel!
Jesús que no juzga
con pruebas ni test,
y aunque su colegio
suspendió esta vez,
Él, que sabe todo,
le aprobó con diez.
Porque la evaluación (palabra citada más de cien veces en el anteproyecto de la nefasta LOMCE) se convierte así en un fín en sí misma, en un obsesiva reevaluación externa a plazos (3º y 6ª de Educación Primaria, 2º y 4º de ESO y 2º de Bachillerato) sobre los resultados que muestra una absoluta desconfianza por la realizada por el profesorado sobre mucha más cosas: los  procesos, el progreso relativo, las circustancias, el entorno, las posibilidades, los recuros... Como dice muy bien mi querido profesor Miguel Ángel en su blog El Adarve se pone más empeño en pesar el pollo que en engordarlo.
El espíritu en que se inspira la nueva ley queda claro ya desde el primer párrafo: 
   “La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global”.

Es este párrafo, que abre el texto, aparece tres veces el concepto "competir".  Ese es el eje de la filosofía de la nueva ley. No se trata de llegar a ser el mejor de nosotros mismos, sino mejor que los demás. No se trata de desarrollarse al máximo sino de desarrollarse más que los otros.
 La recuperación de las reválidas no es más que la instalación de una cadena de obstáculos que condena al fracaso a quienes peores condiciones tiene para superarlos. La finalidad del aprendizaje es pasar esa prueba. El fin es el éxito en el control que decide quién sigue y quién no.

Os lo dice quien hizo 4º y reválida, 6º y reválida de 6º, COU y Selectividad, quién sacó título de maestro y oposición al cuerpo, Master en AL y concurso de habilitación...  que todo lo tengo biprobado. Y, a duras penas, sobreviví a ello.   

domingo, 2 de diciembre de 2012

Un regalo inesperado

Llegó diciembre. Las ciudades tienden anuncios luminosos sobre las calles. Los centros comerciales preparan su arsenal de regalos y juguetes... ¿Dónde está el espíritu de la Navidad? ¿Acaso habita en el Corte Inglés?... Pues parece que sí...
Os invitamos a leer este pequeño realto navideño. Doy fe de que es verdad. Me lo han contado los protagonistas.
 


En el departamento de publicidad del Corte Inglés se respiraba un ambiente de euforia. El Catálogo de Navidad del 2012 estaba terminado. La maquetación era soberbia: dos centenares de hojas repletas de cuidados diseños, espléndidas  fotografías, atractivos rótulos y llamativas ilustraciones se apilaban en perfecta disposición en bloques de hojas fírmemente apretadas  y guillotinadas con especial cuidado para ofrecer un prisma delgado y perfecto en papel satinado de buena calidad.  Los diseñadores habían recibido incluso la inusual felicitación de sus jefes por la calidad del producto. En los puntos de información, en los mostradores principales; se acumulaban ya centenares de catálogos a la espera de ser solicitados por potenciales clientes que, rápidamente, se sentirían atraídos por los productos seleccionados. Las ganancias obtenidas con esta inversión publicitaria compensarían con creces el elevado coste económico de los lujosos catálogos.

Pocos días después, una madre se acercaba al mostrador de información del gran centro comercial en Sol:
- ¿Me puede dar un catálogo, por favor?
La empleada le contestó con cierto embarazo:
- Lo siento, no nos queda ninguno. Este año se han acabado enseguida. No sabemos qué ha pasado pero ya no nos quedan...

La madre sí lo sabía. Ella, como muchos otros iniciados, buscaba los caros e inútiles catálogos para un fin más hermoso. Decenas, acaso centenares,  de niños hospitalizados, se entretenían en esos momentos en fabricar originales y hermosos árboles de navidad con las lujosas encuadernaciones. Se ganaban con su paciencia y su ilusión una sonrisa en pago a su paciencia doblando las hojas una a una, en tres dobleces repetidos, en un gesto casi infinito pero que se hacía grato y alegre, mientras veían una película por la tele.  Hermosos árboles de navidad lucirían en las habitaciones y las casas de sus amigos. Serían su personal regalo. Un regalo  inadvertido del Corte Inglés que ellos supieron aprovechar mejor que nadie.