sábado, 18 de junio de 2011

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Llegó junio. Los humores corporales alterados por la primavera. El olor del verano en el aire. El calor que primero acaricia para golpear después. Sprints de final de curso: exámenes, notas, informes, memorias...

Memorias ¿para qué?
El espíritu del inspector se materializa ante nuestros ojos:
La memoria debe ser  breve, incluir esto y aquello, realizarse en equipo, sintética, clara, incluir lo máximo en lo mínimo... ¡Llénenla ustedes de propuestas!, ¡Eviten peticiones imposibles!, ¡Pónganse de acuerdo!, ¡Analicen!, ¡Concreten!...

Durante dos semanas los equipos directivos no hablan contigo: ¡Te hablan!: - "Mira, Jesús, te cuelgo, no tengo tiempo... anda haz esto..." Durante 14 días la sombra del inspector se extiende sobre las mesas de los despachos: -"Es que el inspector quiere...". "Es que nos ha pedido...! -"Es que no podemos poner tantas hojas..."

Y lo peor es que, desde su punto de vista, tienen razón: La memoria traerá de  rebote un informe con unas cuantas píldoras para la fiebre de recuerdos calientes, unas cuantas recetas para cocinar mejor esta plato hecho de refritos, ropavieja y sobras del rancho diario escolar.

Uno, que es serio -y a mucha honra- y por eso adora el cachondeo- siente la tentación (y cae en ella) de hacer una memoria como Dios manda, una memoria con fundamento. Recopila sus papeles, acopia sus datos, ordena su información y sus ideas y comienza la gestación de su memorandum particular. Intenta ser objetivo, concreto, crítico y constructivos.  Aporta datos. Diseña gráficas. Programa con cuidado las listas numeradas del procesador. Cuida el formato. Revisa la ortografía. Corrige el estilo. Repasa varias veces. Tres horas después tiene lista su memoria particular. Han salido 18 folios.

Uno, que no es gilipollas (aunque algunos piensen lo contrario) y sabe que eso no cuela decide que presentará esa memoria sólo al E. Directivo y no espera que se incluya en el denso libraco que se envía a la oficina del Jefe en la Subdirección de Educación correspondiente. Expresa su deseo de que sea conocida por el clautro (o al menos que tenga acceso) y se ofrece a realiar una versión "política y dimensionalmente correcta". Y con eso ya se queda contento  como un niño con caramelo.

Al día siguiente se acerca por el despacho de dirección.
- Jesús, no podemos poner una memoria tan larga... Son 18 folios...  No sirve... ¿Cómo le vamos a poner al inspector 18 folios sobre la biblioteca?
- Pero... no habéis leído el correo que os mandé... allí os explicaba que podría hacer una versión breve...
-No Jesús no lo hemos leído, no tenemos tiempo...
Pacientemente le intento explicar... Impacientemente me urge: - Has otra Jesús, más breve. Mira, ponla aquí: detrás del apartado de "E. Física y la lectura". Que sea breve, Jesús...
Y en ese momento, la administrativo del centro, se dirige a mí con un gesto de censura: 
- ¡Y otra cosa te voy a decir: tienes que utilizar arial courier, size doce".  

1 comentario:

  1. Ja¡Ja¡
    ¡Qué forma más original de contar los últimos días de curso!. Y cuando ya estás hasta las narices de todo pues no te aceptan el informe que tanto te has currado. Pero bueno todavía falta la guinda del pastel. A ver si la próxima vez eres más cuidadoso con el tipo de letra. ¿En qué estarías pensando?

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