Los equívocos que se producen ante el simple cambio de una coma, la ausencia de algún punto, el cambio de una simple "b" por una "v" nos hacen sonreír... Voy a escribir una pequeña lista de las frases de tipo nemotécnico que la imaginación de las personas podemos crear. Espero que os sorprendan y os ayuden un poquito a mejorar la ortografía.
Sobre palabras que suenan igual pero son completamente diferentes:
Empezaré por reflexionar sobre estas dos frases que se me ocurren de resonancias Celianas: se refieren al distinto matiz entre "Estar jodido o estar jodiendo": No es lo mismo "Yo hecho polvo" (estar "jodido") que "Yo echo polvo" (estar "jodiendo").
Pero pongamos ejemplos más recatados:
- Se cayó el señor Cayo, pero se pensó: mejor me lo callo y no lo cuento a nadie. Y se lo calló.
- Me senté en el poyo a comer un pollo.
- Antes de que huya ese vago, tiene que sacar una vagoneta de hulla.
- ¡Va a haber una fiesta! Voy a ver como se lo pasan.
- El guardabosques le informó: "Vaya más allá de esa valla, puede que allí haya bayas de haya. Tendrá suerte si aún halla alguna"
- ¿Por qué estudiamos estas palabras? - Porque es importante. - ¡Perfecto, me gusta saber el porqué de las cosas. ese es el motivo por que te lo pegunto.
- ¡Qué morro: se iba sin pagar el iva!
- ¡Ay! Hay un hoyo ahí.
- ¡Que bote el que no vote!
- ¡No seas bruto: no puedes llevar una vaca en la baca!
En esta cartel tenemos unos cuantos ejemplos de los diferentes significados que adquiere un texto según se puntúe. Ejemplos hay muchos y no me voy a extender. Todos ellos son interesantes y curiosos.
Existe un ejemplo muy divertido sobre los contradictorios efectos de los signos de puntuación sobre un mismo texto. Se trata de "El testamento" que se ha de repartir entre los distintos herederos y que cada uno interpreta a su favor usando la puntuación más favorable:
«Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo».Si queréis ver como arrima cada uno de los implicados el ascua a su sardina no dejéis de visitar esta página.
Y, para terminar, este microrrelato de catorce palabras y final lapidario que nos hace reflexionar sobre el uso de los puntos suspensivos y el punto final. "Él había puesto tres puntos suspensivos al final de la historia, ella borró dos." (Anónimo)
El eterno lío de la "b" y la "v"
Ya he contado en alguna ocasión mi personal experiencia con el nombre de nuestro más universal escritor. La anécdota tuvo lugar cuando estudiaba magisterio en Burgos y suspendí uno de los exámenes cuatrimestrales de Literatura Española por poner Cerbantes con "b". Además del suspenso tuve que sufrir la escandalizada reprimenda de la profesora que consideraba intolerable que hubiera escrito el nombre de nuestro más insigne novelista con esa falta garrafal. Me aguanté y tuve que examinarme de nuevo en septiembre. Pero lo sorprendente es que, años después, en Alcalá de Henares examiné la firma de Cerbantes en documentos autógrafos y ¡firmaba "con b"! De buena gana hubiera convocado a la profesora a un juicio de desagravio: desde mi punto de vista el delito ortográfico lo había cometido realmente ella.
Investigando después por la causa de la mutación ortográfica de "b" a "v" me entero de que hay varias versiones. La más probable parece ser la que cuenta Javier Rodríguez, librero de referencia en Alcalá al frente de la librería Cervantes (la más antigua de la ciudad); parece que el motivo fue querer distanciarse de la palabra “ciervo”. Aunque según expone el filólogo Francisco Moreno esta se produce “por una tradición gráfica de poner ‘v’ después de una consonante líquida como la ‘r’ o la ‘l’”.
En fin, después de este juicio de exoneración en el que la acusación presentaría como peritos a ambos personajes, yo exhibiría la firma del autor, prueba inapelable. Indudablemente sería absuelto.
El clavo ortográfico
Para terminar raigo a mi artículo el famoso proverbio "El clavo" de George Herbert, sacerdote, orador y poeta galés publicado en su libro Jacula Prudentum en 1651. Comprobad como la ortografía puede derrotar a un rey.
El clavo
"Por la falta de un clavo fue que la herradura se perdió.
Por la falta de una herradura fue que el caballo se perdió.
Por la falta de un caballo fue que el caballero se perdió.
Por la falta de un caballero fue que la batalla se perdió.
Y así como la batalla, fue que un reino se perdió.
Y todo porque fue un clavo el que faltó".
La coma (el clavo ortográfico)
"Por una coma cambió su declaración.
Por su declaración se consideró culpable al reo.
Por su sentencia fue ejecutado.
Por su ejecución se rebeló el pueblo.
Por el pueblo en armas llegó la revolución.
Por la revolución se derrocó un rey.
Y todo eso por la humilde coma y su sorprendente poder"
La ortografía fue la culpable de que mis estudios y mi carrera profesional se orientara a las ciencias cuando en realidad lo que me pedía el alma eran las letras. Por mis problemas con las faltas suspendía y suspendía año tras año... Así que renuncié a mis deseos de ser escritor o periodista y me apliqué a las ciencias (que también me gustan, todo hay que decirlo). Nunca entendí la arbitrariedad de las normas ortográficas. Ahora, muchos años después, conozco que todas tienen un "porqué", pero para mí, en mis años mozos eran absurdas. Quizás hubiera necesitado unas cuantas reglas nemotécnicas como estas, o haber realizado un fichero ortográfico como el que, finalmente, decidí hacer de cara a las oposiciones: Eso me salvó. Aunque, recuerdo, en el examen tuve que emplear unos diez sinónimos de "observar" porque no estaba seguro de las "b" y "v" de la palabrita. Utilizar alternativas como "mirar", "ver", "contemplar", "discriminar", "notar", "percibir"... quizás enriquecieran mi vocabulario; pero a consta de ¡qué estrés, Dios mío!.
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