sábado, 8 de febrero de 2014

Empacho independentista


El banquete del independentismo catalán, con su aperitivo de derecho a la autodeterminación, se ha convertido desde hace tiempo en un problema intestinal. Empezando por la diarrea declarativa de Mas y el estreñimiento político de Rajoy.

En materia de tripas es fácil provocar secreciones gástricas símplemente con la presentación de platos jugosos: pastelitos de nata independiente, cabello de ángel identitario, histórico de trufa deconstruída... Tómese todo en abundancia sin reparar en la información nutricional, ni en las advertencias toxicológicas, ni en los efectos secundarios. Pásese usted por la despensa y elija para sí el jamón de pata negra y etiquételo rápidamente de "casa Tarradellas".  Luego "jártese" con sus bondades.
Es fácil exigir el derecho al atracón evitando recordar la purga necesaria posterior.

Frente a esta promesa de barra libre independiente que hace salivar a tantos catalanes y subleva de envidia e indignación al resto de mendigos en la mesa de pobre de la crisis, nadie se acuerda de que alguien tendrá que pagar la cuenta. Al final habrá muchos que acabarán por acudir a una lavativa o quizás todo acabe en una explosión de gases, en un pedo gigantesco que alivie la presión efervescente de las burbujas del cava de las celebraciones. Entonces descubriremos la fetidez interna de la fermentación de tanto pasteleo permitido.

Los catalanes deberían aprender del revelador ritual del Tió porque es una metáfora acertada de lo que está pasando: alimentemos al Tió de chuches y golosinas. Cuando esté a reventar, los salvajes palos de la realidad le harán defecar al grito de “Caga, Tió”. Y nos pringaremos todos.
Manzanilla y tila, por favor: camomila para estos desórdenes intestinales y relajantes para el insoportable dolor de cabeza que nos levantan.

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Esta obra de Jesús Marcial Grande Gutiérrez está bajo una 

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