domingo, 9 de noviembre de 2014

En tiempos de tribulación no hacer mudanzas.


"En tiempos de tribulación no hacer mudanzas."Lo decía un santo. San Igancio de Loyola lo advertía en sus ejercicios espirituales. Precisamente él, en tiempos arrogante y vanidoso, capaz de comerse el mundo.

Hoy, 9 de noviembre, un buen grupo de ciudadanos y convecinos votan en una consulta, más o memos legal, más o menos rigurosa, sobre su deseo de mudarse. Sobre gustos y deseos está todo escrito; rara es la idea que aún no está impresa, que aún no vio la luz. Todas son legítimas en el pensamiento, en la manifestación (con el respeto por delante a las opiniones ajenas), incluso son votables; pero no nos equivoquemos: ¡No son imponibles!¡Existen leyes! ¡Existen normas! Las hicieron nuestros padres y nos las dimos nosotros mismos ¡Todos las votamos legalmente! ¡Revisemos las hemerotecas!

La idea de nación es demasiado grande para que la voten solo unos cuantos. La secesión es demasiado trascendente e irreversible como para ser votada a plazo fijo, a golpe de ultimatum,  con ínfulas de "liberación", con pretensiones de "Guerra Santa".

Yo también me quiero independizar de la crisis. Porque es eso, ¡todos queremos alejarnos de esta tribulación que nos asola!, ¡todos queremos castigar a "la casta" (ahí está el auge de Podemos)!. Soy el primero en votar "Sí a un estado puro, incorrupto, limpio y solidario". Pero no seamos bisojos, no practiquemos una estrábica mirada que se enfoca sobre el resto peninsular y no ve las corruptelas del "Molt Honorable" y sus adláteres. En el "río revuelto" actual" pescan pescadores de oscuros intereses. ¡Cuidado!

Mis queridos vecinos catalanes: en estos últimos años he descubierto con estupor que yo soy un "español" que nos os comprende, que os desprecia, que os roba, que no valora vuestra cultura, que falsifica vuestra historia, que obstaculiza el empleo de vuestra lengua... La verdad, que me lo habéis tenido que enseñar, palabra; porque en mi examen de conciencia personal jamás había pensado eso... ¿Quién os lo ha enseñado a vosotros?  ¿En qué escuela estudiasteis? ¿Quién escribió vuestros libros?
¿Quién hizo vuestras cuentas, esas que afirman que los españoles "robamos"?, ¿Quién impide a vuestro niños hablar catalán y estudiarlo profusamente?, ¿Quién jalea eso de que "os despreciamos"?, ¿Quién ha tachado de los libros de visitas mi firma cuando pasé por vuestros museos?  ¿Quién borró  las fotos que hice allí? ¿Quién ha robado mis discos de Serrat? ¿Quién ha hurtado mi admiración por el Barça de los últimos años?

Tras el estupor me llega el enojo. ¿Porqué esa desafección? ¿Porqué personalizar sus problemas en el españolito de a pie? ¿Porqué ese jugar a tirar la piedra y esconder la mano? ¿A qué viene tanta lección que, se supone, nos estáis dando?... Pero al final, me puede la tristeza. En una cosa tenéis razón: nadie podrá impediros una independencia perseguida con tanta tenacidad, si realmente la mayoría la desea. Lo realmente difícil será volver a la unidad: juntarse para crecer juntos.  Creo que os equivocáis. Si se cruza el umbral será difícil abriros después la puerta. Llamad a casa del vecino si pensáis que os tratará mejor. Quizás os equivoquéis por segunda vez: echad un vistazo a vuestra historia, esto ya ha pasado.

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