viernes, 4 de diciembre de 2015

El comentario


Arrivado a mi blog, acaso te detengas un momento. Alguna entrada, quizá, picó tu curiosidad. Puede que tengas la perseverancia de leerla hasta el final. Acaso te inspire, incluso te emocione. Llegado el punto final, tras la firma y la hora, verás la palabra COMENTARIOS que te hace un guiño al cruzarla con el cursor: te está invitando a publicar una anotación, a aportar tus aclaraciones, a glosar tus anécdotas al respecto, a ejercer tus críticas, a explicar tu interpretación, a ilustrarnos con tus conocimientos, a apostillar con tus acotaciones...  

Solo por leer alguno de mis textos te estaré agradecido. Tendré muy en cuenta tu tiempo empleado en la lectura de lo ajeno. Valoraré muchísimo tu interés por el extrarradio de tu mundo. Aún sin respuesta: gracias. Pero te pido que no arrojes al basurero, que habilita la memoria para el olvido, las palabras que ahora lees.   Te pido, abusando de tu bondad, el esfuerzo mínimo del recibí. Me gustará tener la constancia de un "pasé por aquí",  un "te entiendo", un "me sorprende", un manido "me gusta"; me conmoverá la solidaridad de un "te comprendo" o la escolar corrección de una errata. Creo que importa tu tiempo gastado. Te lo aseguro: tus manos sobre las teclas tendrán sentido. Leeré tu respuesta con atención reverente y tu comentario parirá una respuesta. En este diálogo reposado en la distancia te escucho: háblame; espero tu réplica, tu dictamen. Cortes te contesto, humilde me disculpo, educado te rebato. Tú eres juez de mis juicios, amigo de mis confidencias, amante de amores afines, padre de confesiones infantiles, madre de risas y sollozos, público de mi vida y de mi muerte. No dejes que me hable siempre el silencio: hoy te pido la respuesta escrita, el comentario anónimo del lector distante pero de corazón cercano, el eco rebotado del mensaje al viento. Tu comentario es el pan de mi trabajo con la moderna pluma, el peculio digital de mis poemas generosos, la energía que me anima a proseguir...

Un simple comentario importa mucho. Tiene el efecto de la calidez de un aplauso ante los titubeos del actuante primerizo. Y después de enviado con un golpe de ratón has de saber que un poco del siguiente artículo habrá dependido de ti.

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