viernes, 30 de septiembre de 2016

Una palabra y mil imágenes - 4: Violencia

Disparadas miles de veces sobre la pantalla, las imágenes desgranan una tras otra las secuencias: desde la preparación del exceso, la furiosa ejecución, la cruel superación, el fracasado intento de extinción... todas ellas nos hablan de un nombre, nos describen un concepto:

Violencia



En 1972 acudí con una chica, una lejana pariente de mi madre, a ver la película de Stanley Kubrick "La Naranja Mecánica". Había oído hablar de sus imágenes perturbadoras, de su música clásica llenando la banda sonora, de sus atrevidas escenas... Con mis 25 años, quise impresionar a mi joven prima y, sin embargo, el primer sorprendido fui yo: no me esperaba tanto. Desde las primeras imágenes quedé sobrecogido. La música con el sintetizador Moog de Wendy Carlos me impresionó desde la primera nota y escuché sobrecogido aquella música infernal y bella junto con la voz en of que explicaba el ritual preparatorio para las violentas escenas posteriores. Contemplé pasmado la sala lechosa del pub Koroba donde los protagonistas bebían su leche con velocet, synthemesco y drencrom, una combinación de mescalinas y drogas psicodélicas, que los dejaba preparados para sus partidas ultraviolentas.

Y, a partir de aquí, violencia, violencia y más violencia... Pandillerismo, violación, sadismo, crueldad, violencia institucional, violencia psiquiátrica... Y, sin embargo, se asiste fascinado a la proyección de los excesos. ¿Existe una erótica en la violencia? ¿Quizá esos grupos distópicos ejercen una malsana curiosidad? ¿O acaso el genial Kubrick y el brillante Burges tejen, cada uno en su ámbito, una historia magistralmente relatada ante la que nos rendimos?

Siguen sonando en mis oídos los acordes del sintetizador... No puedo evitar estremecerme ante la mirada del trío protagonista. Sé lo que va a ocurrir...

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