miércoles, 10 de octubre de 2012

Madrifestación



Según datos facilitados por la Delegación del Gobierno de Madrid, en lo que llevamos de año (de 1 de enero a 1 de octubre) tuvieron lugar en la capital 1.730 manifestaciones, lo que significa una media mensual de 192, y diaria de 6.
La influencia de este fenómeno en la vida de sus habitantes es evidente, no lo vamos a discutir. Las incomodidades para ciudadanos y su actividad laboral considerables. La afectación al comercio, discutible. La influencia mediática enorme y sus repercusiones en la imagen del país tremendas. Su uso democrático saludable.

Sin embargo,  esta actividad  (ya sea como dramatización del desagrado o como recurso de pataleo), está planteando serios problemas a nuestro gobierno.  En esta economía tan virtual donde la imagen lo es todo, las fotos y vídeos de tantos manifestantes, de tantas veces, en sitio tan principal; erosionan su autoridad, tambalean su firmeza y cuestionan sus argumentos.  Tanto es así que, olvidando que ellos utilizaron estas mismas  fómulas cuando estaban en la oposición, quieren, si no impedirlas -que no podría-, sí al menos reducirlas y "modularlas". Porque ese es el nuevo eufemismo que ha inventado la Delegada del Gobierno en Madrid para encorsetar estas legítimas manifestaciones del pueblo.

En su segunda acepción el Diccionario de la RAE define modular como "Modificar los factores que intervienen en un proceso para obtener distintos resultados", así que esta musical palabrita, asociada inconscientemente con armónicos, tonalidades y cánticos, esconde toda una estrategia para anular los efectos (resultados) de las manifestaciones.

Así pues, el apañado argumentario del partido del gobierno, propone ya claramente una serie de intervenciones que, antes soterradas, afloran en manifestaciones y proyectos por doquier:

  • Si el  potencial de una manifestación es su visibilidad, hagámosla en lugares apartados, poco transitados, solitarios... Construyamos "Manifestódromos" cercados y en eriales solitarios y aislados, donde las imágenes no tengan ningún interés y disuadan a la prensa de acudir.

  • Si Madrid es el Rompeolas de todas las Españas, mejor alejémoslas de la capital y con la escusa de su sufrida carga llevémoslas a Villalba de la Sierra, Alpedrete o a alguna lejana cumbre de Somosierra.

  • Si su proximidad a instituciones tiene un significado que se asocia consecuentemente con un mal funcionamiento de las mismas, prohibamos hacerlo: que a nadie se le pueda ocurrir que una manifestación en Valdaracete tenga que ver con el Congreso de los Diputados.

  • Si hay algún elemento descontrolado aprovechemos "el favor que nos hace" para cargar policialmente  contra todo lo que se mueva y justificarlo  por el incivismo de la chusma violenta. Si no hay ningún elemento, activar los infiltrados, más de 1000 policías  han de ganarse el sueldo.

  • Si no podemos evitar la manifestación en las plazas públicas, obstaculicémoslas de todas las maneras posibles: pongamos vallas, levantemos mamparas, ocupemos los espacios con chirimbolos y terrazas. Para botón una muestra: pronto se ha aplicado nuestra alcaldesa botella-que-no-voté-por-ella a remodelar la Plaza de Sol: nuevo alzamiento del pavimento, instalación de terrazas ... y la ventaja añadida de largos meses vallada en tanto acaban las obras... ¡qué respiro para el gobierno! Es cuestión de avisar a la alcaldesa de Palomares del Campo (otra remesa de farolas de segunda mano a precio de saldo: las de la anterior remodelación le salieron tiradas).

  • Efectuemos la contabilidad creativa: fueron 5 ó 6. Incluso lleguemos a la contabilidad inversa: Cada manifestación crea  una contramanifestación virtual formada por los que no van  y cuyo lema es justo el contrario: los contramanifestantes ganan siempre por apalizante mayoría; curiosa perversión de la máxima popular "quién calla, otorga".  (Por cierto mi enhorabuena al programa "El Intermedio" que ha convocado la manifestación "Deja la calle, toma tu casa" para el domingo 14 de octubre, a las 7 de la mañana en la casa de cada cual para expresar nuestro rechazo a los recortes. Estamos seguros de que lograrán un éxito apabullante. ¿Se atreverá Rajoy a aplicar su contabilidad inversa?

  • Soliviantemos a los comerciantes: las manifestaciones hundirán el comercio, serán vuestra ruina... ¡Mentira!. Los que se manifiestan son una riada de potenciales consumidores (tienen que comer, beber, aprovechan para comprar, ir al cine...). Desde siempre el comercio se asienta en la ribera de las riadas humanas: a la vera de los caminos, en los cruces, en el foro romano, en las ciudades populosas...

  • Azucemos a los ciudadanos contra quienes paralizan su vida y dificultan su trabajo. El argumento sería cierto si no arrastrarta la hipocresía de los hechos pasados. ¿Acaso no se acuerdan ya, nuestros preocupados gobernantes, de la visita papal hace apenas un par de años?  ¿Se les ocurrió poner alguna pega a la celebración de la copa de Europa el año pasado? ¿Y sus manifestaciones contra el aborto? ...

Es fácil entender que en época de descontento, las revoluciones se instrumentalizan en los foros, en las plazas públicas, en las ciudades emblemáticas y en las sedes donde habita el gobierno. Por eso las temen tanto. Quienes conocen  la Revolución Francesa (1978), el mayo francés (1968), el 2 de mayo de 1908 en Madrid ... saben que los dardos de la revolución apuntan a la ciudad corazón del Imperio.

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