En el día de mi santo quiero publicar esta carta. Mi santo nunca se celebra, una fiesta intrusa se apropia de mi celebración. Es lógico, pues no puedo competir con el cumpleaños de un Dios. Mi pequeña onomástica, mi sencilla fiesta y mis felicitaciones resultan eclipsadas por la magnitud de este aniversario. Uno llega a acostumbrarse a que nadie tome en serio su santo (nadie, aparte de Dios mismo, ha sido santo con ese nombre que durante siglos resultaba blasfemo como elección en cualquier bautizo). Así que no tengo ningún santo bajo cuya advocación protegerme, excepto el hijo de Dios mismo, que seguramente estará muy ocupado intentando resolver los múltiples problemas que surgen como setas en su querida creación. Por eso, al menos, me gustaría que se celebrase su cumpleaños. Pero es que tampoco. El homenajeado, que cumplirá hoy 2016 años, también es sistemáticamente olvidado año tras año.Os invito a leer este sentido reproche a la humanidad.
Como sabrás nos acercamos nuevamente a la fecha de mi cumpleaños, todos los años se hace una gran fiesta en mi honor y creo que este año sucederá lo mismo. En estos días la gente hace muchas compras, hay anuncios en el radio, en la televisión y por todas partes no se habla de otra cosa, sino de lo poco que falta para que llegue el día.
La verdad, es agradable saber, que al menos, un día al año algunas personas piensan un poco en mí. Como tú sabes, hace muchos años que comenzaron a festejar mi cumpleaños, al principio parecían comprender y agradecer lo mucho que hice por ellos, pero hoy en día nadie sabe para qué lo celebran.
La gente se reúne y se divierte mucho pero no saben de qué se trata. Recuerdo los años pasados, al llegar el día de mi cumpleaños hicieron grandes fiestas en mi honor. Pero ¿sabes una cosa? no tuvieron la delicadeza de invitarme. Yo era el invitado de honor y ni siquiera se acordaron; la fiesta era para mí y cuando llegó el gran día me dejaron afuera, me cerraron la puerta. ¡Y yo quería compartir la mesa con ellos!
La verdad no me sorprendió, porque en los últimos años todos me cierran las puertas. Como no me invitaron, se me ocurrió entrar sin hacer ruido, entré y me quedé en un rincón. Estaban todos bebiendo, había algunos borrachos contando chistes, carcajeándose. La estaban pasando en grande, para colmo llego un viejo gordo, vestido de rojo, de barba blanca y gritando: "JO, JO, JO", parecía que había bebido de más, se dejó caer pesadamente en un sillón y todos los niños corrieron hacia él, diciendo "SANTA CLAUS".
¿SANTA CLAUS? ¡Como si la fiesta fuera en su honor! Llegaron las doce de la noche y todos comenzaron a abrazarse, yo extendí mis brazos esperando que alguien me abrazara. ¿Y sabes? Nadie me abrazó. Comprendí entonces que yo sobraba en esa fiesta, salí sin hacer ruido, cerré la puerta y me retiré.
Tal vez crean que yo nunca lloro, pero esa noche lloré, me sentía destruido, como un ser abandonado, triste y olvidado. A veces encuentro consuelo en algunas familias que tienen un gesto amable conmigo. En sus casas colocan pequeños nacimientos donde los niños son felices representando mi natividad. Pero ¿sabias que hay países en que sé esta prohibiendo poner nacimientos? Hasta lo consideran ilegal. ¡A donde ira a parar este mundo!
Otra cosa que me asombra es que el día de mi cumpleaños en lugar de hacerme regalos a mí, se regalan unos a otros. ¿Tú que sentirías si el día de tu cumpleaños, se hicieran regalos unos a otros y a ti no te regalaran nada?. Cada año que pasa es peor, la gente sólo piensa en las compras y los regalos, y de mí ni se acuerdan.
Yo no quiero ni necesito tus regalos, pero te pido tu recuerdo: ya ves que presente más barato. Para los que creéis en mí os pido ser consecuentes con vuestra fe y para los que no, os pido que no me utilicéis como pretexto.
Es un deseo que espero podáis cumplir.
Gracias.
Fdo: Jesús (Tu Dios)
En la fiesta de Blas.
ResponderEliminarEn la fiesta de Blas.
Todo el mundo salía con unas cuantas copas de más.
O quizás era en la fiesta de Jesús Marcial.
¡FELIZ NAVIDAD!