martes, 9 de abril de 2019

Una imagen y mil palabras 2: Hermano lobo


El lobo es mi animal totémico. Lo es por una extraña afinidad entre especies (los lobos son mucho más parecidos a los humanos de lo que la gente cree), por su dinámica belleza, por su carácter, por el altruismo de sus hembras...

El hombre es lobo para el hombre
el perro, su abuelo lobo. 

La loba capitolina
entre lobos
Mowli
...


1 comentario:

  1. Tres años después de escribir esto descubro en los periódicos las declaraciones del tenista serbio
    Novak Jokovic que en una entrevista con el “Tennis Channel”, se reafirma sobre sus declaraciones de “Wolf”. El serbio volvió a explicar sus palabras en la entrevista en la cancha: “Los lobos actúan de manera muy instintiva, veo algunos rasgos correspondientes en mí. Tengo la sensación de que los lobos son mis guías espirituales naturales de cierta manera”.

    Una de las muchas cualidades destacadas que tiene el No. 1 del mundo Novak Djokovic es su espíritu de lucha. En los momentos más difíciles, la estrella serbia encuentra la manera de abrirse paso para sacar ventaja y, finalmente, ganar un partido.

    “Creo que parte de esto son los genes. Mi familia, la forma en que crecí en tiempos difíciles durante los 90 para mi país y creo que el fracaso nunca fue una opción para mí ni para nadie de mi familia”, dijo Djokovic en su entrevista en la cancha. “Solo teníamos que encontrar básicamente las necesidades básicas para sobrevivir durante esos tiempos. Fue difícil y creo que eso ha fortalecido mi carácter, diría”.
    “En parte, creo que también proviene de mi crianza en las montañas”, dijo Djokovic. “Pasé mucho tiempo en las montañas con lobos, así que esta es una energía de lobo”.

    Pero este lobo no sabe apartarse de la manada a tiempo (los lobos deben hacerlo en ocasiones). Su espíritu es interesado y solo obedece a ser macho alfa en la manada del tenis. Todo llega. Incluso para quien se identifica con los lobos (“son mis guías espirituales”, confiesa), prolifera en desplantes a lo John McEnroe o alimenta las arcas sentimentales de un nacionalismo, el serbio, que se mostró mortífero en el siglo XX.

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