-No sé
¿Has buscado piso para el próximo curso?
- Algo he mirado.
- ¿Pero has llamado?
- No...
- ¿Piensas venir a casa el fin de semana?
- Ya veremos...
- ¿Vendrás con nosotros al pueblo?
- No sé...
Así, un día tras otro, sin decidirte, sin comprometerte. Podrías, ¡claro que podrías!, pero nunca sabes nada. Eres el Peter Pan del País de la Inmadurez, un habitante de la eterna adolescencia, el monje contemplativo del Templo del Sagrado Espejo donde te miras. Pasas el tiempo subido en tu torre de marfil mientras la lluvia del tiempo deshace sus cimientos. Estás ya sobre las nubes; el día que quieras bajar a la puerta y dar un paso te encontrará con el vacío.
Nada debes a los demás: - ¿Para qué eres padre? ¿Para qué eres abuelo? - espetas a tus familiares. No tienes la obligación del amor, ni del respeto, ni de la verdad... acaso el fastidio de tener que pedir, la molestia de contestar de vez en cuando un "no sé". No tienes responsabilidad jurídica en el contrato de la vida.
Asistes entusiasmado a los mítines de Podemos. Estás encandilado con la oratoria, con la liturgia revolucionaria contra la "La Casta". ¡Qué bien tener unos enemigos tan definidos! Así te gusta el mundo, en blanco y negro. No te das cuenta de que tú mismo perteneces a una "casta de privilegiados": los que se ausentan un curso entero de casa de sus padres trabajadores para estudiar en una de las ciudades más caras y caóticas, los que disponen de sus 24 horas para cursar una carrera fácil que no llegas a aprobar ni en septiembre pese a tus promesas, los que no tienen que dar explicaciones a nadie pero sí pedirles el dinero de cada mes, insinuarles que vengan a recogerte porque tienes demasiado equipaje, los que niegan explicaciones a la propia madre que los parió... Eres inteligente para los sofismas, estúpido para la vida.
¿Qué sabes tú de los años de plomo? ¿de los grises? ¿de los trabajadores? Tú, un privilegiado que juegas a defender a los proletarios... A ti, se refería un Pasolini profético en su memorable invectiva contra los estudiantes del 68. ¿Acaso no puedes considerarte un burguesito hijo de papá?
Puedes, pero no sabes. Ni aprendes. ¡Pobre de ti! ¡Pobres de nosotros que te queremos! ¿Eres capaz de entender esto?
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