Pero lo que más me ha llamado la atención: la reacción unánime de la afición atlética señalando y acusando al autor de la agresión: ¡Extraordinario!
Y ahora, no sólo ahí, apliquémoslo a todos los escenarios. Que cuando algún radical en cualquier pueblo del País Vasco ( o Euskadi, que nadie se me ofenda) agreda de algún modo (insultos, amenazas, atentados...) aparezcan ¡todos a una! un montón de dedos acusadores...
¿Será sólo un sueño?
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