jueves, 14 de mayo de 2009
El cuadro de honor
La imagen es de 1957, pero en 1965 no había cambiado mucho. Allí seguían, en el hall de la entrada las vitrinas acristaladas del "Cuadro de Honor".
Hojeo mis calificaciones escolares (aún las conservo) y veo con incredulidad una notas magníficas. Evidentemente era un niño ejemplar. Varias veces mi foto formó parte del elenco de elegidos por sus excelentes notas. Es evidente que después me arrastró la molicie y la vagancia pues, a partir de los 9 años, creo que ya no aparecí más.
Recordando la etapa en que figuré entre los elegidos para la gloria reconozco que miraba con satisfacción y me buscaba entre aquel selecto grupo. Entonces me motivaba para estudiar y portarme mejor. Más tarde dejé de figurar allí y empecé a sentirme un miserable vago y estúpido. Mi hermano Luis era el que ocupaba ahora mi lugar en la élite. Igualmente, cuando se acabó la gloria, hubo de soportar el descenso a los infiernos de los que han decepcionado.
Para la indigestión del pastel de la Gloria, una cura de humildad que nos ha venido muy bien para la vida.
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