Paseábamos mi hermano y yo junto con otro chico del pueblo de Ayuela en compañía de mi madre por una de las huertas (situada justo al lado de la calle de La Fragua). Íbamos curioseando por aquí y por allá mientras mi madre se había adelantado unos metros. Por un momento nos quedamos mirando un agujero que había en el suelo y en torno al cual revoloteaban algunos insectos alados. El chico que nos acompañaba quiso explorar el agujero y metió el palo removiendo su interior. Una enjambre de avispas, como un pequeño tornado, salió y se dirigió hacia la cabeza de mi hermano pequeño (nosotros más avispados -¿se dirá así por las avispas?-, ya habíamos echado a correr). Se cebaron en él durante largos segundos hasta que mi madre vino corriendo e intentó quitar a manotazos el enjambre sobre su cabeza. Las avispas la tomaron entonces con ambos y sólo la presencia de un pequeño manantial cercano en el que sumergieron la cabeza les salvó probablemente la vida.Mi hermano estuvo varios días con la cara hinchada y mantuvo durante mucho tiempo un pánico especial por estos insectos
."Por cierto... todavía estoy buscando al responsable de meter el palo en el avispero... SE BUSCA, para arreglar cuentas...
Menuda ocurrencia meter en palo en el avispero.
ResponderEliminarMe imagino como se le quedaría la cara a tu hermano tras la batalla avispera. Por lo que leo todo quedó en un susto afortunadamente.
Éramos crios. La aventura pudo costar muy cara. Hay gente alérgica a la picadura de las avispas. Mi hermano pasó muy mala noche aquel día. Deliraba por la noche. Apenas durmió. No había médico en el pueblo. Durante años ha sentido pánico a los insectos sociales con picadura más o menos venenosa.
ResponderEliminarRecuerdo una noche de pesadillas y pánico cuando se le ocurrió ver una de aquellas "Historias para no dormir" de Narciso Ibánez Serrador. La historia trataba de unas hormigas que invadían la tierra.La historia de las avispas le dejó una huella indeleble en el subconsciente que se refefleja en cosas como esa...
Por cierto... hace unas dos semanas estuve en el pueblo y mi madre me comentó de pasada: ¡Ese es Alberto, el de las avispas! Ahora que ya sé quién fue el causane del desaguisado tendré unas palabritas con él...