El Retrato de Doriam Camps Gray
(Relato actualizado del gran escritor Oscar Wilde)
Había una vez un narcisista personaje llamado Dorian Camps Grey. Dorian Camps era jovial, amigo de sus amigos, bien relacionado con la justicia, popular por partida doble... Estaba obsesionado por mantener siempre su atractiva y exitosa carrera. Su vanidad le llevaba a cuidabar su imagen hasta el pundo de vestir magníficos trajes que le regalaban sus amiguitos del alma a los que quería un huevo. Sus apariciones en la prensa reflejaban una imagen apacible, benébola, angelical... Sus colaboradores mimaban esas apariciones públicas donde se le retrataba como una persona educada, confiada, segura... Su voz aflautada y meliflua embaucaba con facilidad a sus seguidores (que eran muchos)... Esa bella persona causaba una gran impresión en sus semejantes.
Un día, charlando en los jardines de palacio, durante una boda en la Corte del Reino, conoció a un tal Lord Henry Günter y empezó a cautivarse por su peculiar visión del mundo. Se expuso desde entonces a un nuevo tipo de hedonismo. Aceptó regalos y cumplidos. Abrió sus manos a las riqueza fácil...
Camps Dorian se daba cuenta de que un día su belleza se desvanecería pero deseaba presentar siempre la misma imagen justa y bondadosa que le habían pintado los medios. Su deseo se cumplía: él mantenía para siempre la misma apariencia en prensa y televisión. La figura en ellos retratada aparecía siempre bondadosa ante sus acólitos.
Pero su búsqueda del placer lo llevó a una serie de actos de libertinaje y perversión. Se mantuvo imperturbable ante las denuncias, mintió hasta la extenuación, negó lo evidente cuantas veces hizo falta, calumnió a quien le contradijera, acusó falsamente para conseguir un río revuelto donde moverse más libremente... pero al llegar a su casa y quitarse los caros ropajes su rostro y su cuerpo se desfiguraban dando cuenta de toda su maldad.
Un día descubrió que solo una confesión completa de sus pecados lo redimirá, pero no está dispuesto a afrontar las consecuencias. En un arranque de furia, atacó violentamente su imagen ante el espejo. Sus acólitos escucharon un grito desde su habitación clausurada. La policía, ya alertada, y los compañeros entraron con algunas dificultades para encontrar la figura desgarrada de su rostro al que la maldad y la mentira le hacían ya irreconocible. Ahí junto al espejo, estaba el cuerpo de un hombre , lleno de arrugas y con un rostro repulsivo, desvanecido por el horror. Solo por medio de los anillos en su mano fueron capaces de identificar quién era, Dorian Camps Grey.
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