jueves, 10 de marzo de 2011

¿Crisis? ¿Qué crisis?

O soy ya muy viejo, o el país ha cambiado enormemente, o todo el mundo se ha vuelto blandengue... ¿esto es crisis? ¿y qué era entonces la vida en las décadas de los 60 y 70?

Veamos:
El fantasma del paro... de acuerdo, una tragedia.  Rondando ya los 5000000 de desempleados no podemos sino dolernos por su precariedad, por su incertidumbre... Pero, nadie realmente muere de hambre. Aún se puede acudir con garantías de ayuda a los servicios sociales, gubernamentales o no. Teniendo en cuenta que hoy día la mujer se ha incorporado masivamente al mundo laboral ¿Qué paro había en aquella época donde casi siempre trabajaban sólo los hombre -y no todos- manteniéndose la mitad de la población en las tareas del hogar?
La energía... el petróleo... ¿Quién no se sorprende de "las manías" de padres y abuelos que apagan obsesivamente las luces de la casa para no gastar? Extrapolando la situación ¿sabéis a cuánto salía el kw de la época? ¿Está tan cara la luz como entonces? ¿Y la gasolina? Este gasto mayoriamente nos lo ahorrábamos pues coche tenían muy pocos. El butano tenía que durar un mes. Al teléfono se hablaba en versión telegráfica y, si la conversación duraba más de un minuto, enseguida aparecía el comentario: -te dejo que corre el teléfono.
La comida,  los restaurantes: nunca sobraba nada. Lo cocinado se consumía siempre en su totalidad ¡Y no se te ocurriera decir a tus padres que no te apetecía o que querías otra cosa...! Quedabas encadenado a la silla de la cocina durante horas hasta que vaciabas el plato dejándolo relamido con eficiencia gatuna. Hasta mi emancipación (hacia los 18 años) nunca pisé un restaurante. Mi madre nos preparaba comida en la fiambrera, o bocadillos. Si surgía un imprevisto se compraba algo de fruta o galletas... Y cuando acudí a los restaurantes madrileños por necesidad nunca dejaba nada del menú: apuraba lo pagado aunque tuviera que reventar por la simple razón ética del no desperdiciarlo: "con el pan que tiras viviría un negrito un día entero".
La ropa... Mi madre nos compraba lo más barato del sitio más barato del barrio más humilde cuando eran rebajas y sólo si era realmente necesario. Si se trataba de algo especial, algo para lucir con cariño y orgullo, lo hacía ella misma que para ello se hizo un curso de corte y cofección. Aún recuerdo el comenario de Miguel Ángel (el hermano menor de cuatro en los que soy el primogénito) en una ocasión en que mi madre me estaba comprando una trenka: - ¡No lo compres mamá, que es muy fea y después me tocará a mí! Le esperaba a dicha prenda, como a todas, un duro recorrido por cuatro usuarios y llegaría vieja y pasada de moda a su último propietario. 
La paga. Nunca la llamábamos así, en realidad era "la propina", nombre mucho más razonable pues no teníamos derecho a paga alguna. Nos daba lo justo para una cucherías (pocas y muy seleccionadas), un indio de plástico (si era un jinete, el caballo lo comprábamos la siguiente semana) y, a veces, para la entrada del cine del barrio. lo que sobraba ¡a la hucha!
¿Electrodomésticos? Mi madre usaba para coser una singer del año 1920 que le regaló su tio cura. Era su más preciada posesión. Tele, en blanco y negro, no tuvimos hasta entrados los años 70. La radio fue el no va más de las telecomunicaciones durante muchos años. Lavadora (apenas  un motor y una bomba) era un modelo antiquísimo y se adquirió cuando todos mis hermanos ya estábamos criados: ¿Cuántos pañales hubo de lavar mi madre a mano? Porque en aquella época no había pañales desechables...
¿El trabajo? Recuerdo que, estudiando magisterio, hacía recibos por horas en el ministerio de industria a razón de 60 pts la hora. Me parecía una fortuna.
¿El consumo? Me educaron contra el desperdicio, me prepararon para la moderación, me forjaron en la dureza ante las adversidades de la vida...

¿A esto de ahora lo llaman crisis?

1 comentario:

  1. Hoy no se valoran todas las cosas que comentas.
    Hoy sólo queremos consumir y derrochar y estar continuamente cambiando las cosas innecesarias que al poco tiempo se quedan olbsoletas.
    Hoy nadie valora lo que tiene y queremos tener más de lo que podemos abarcar. Algún día nos daremos cuenta del despilfarro y nos conformaremos con lo que tenemos. Aunque en esta sociedad veo difícil el tema del conformismo.Siempre querremos tener más que el vecino ¿y para qué?

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