"Hombre soy; nada humano me es ajeno."
Publio Terencio Africano (194 a.C. - 159 a.C.).
La capital de Suiza
Es el año 1983. Charo, mis hermanos Javi, Miguel y yo hacemos en el nuevo ford fiesta una travesía por toda Francia: desde los castillos en las riveras del Loira hasta París volviendo por los Alpes para entrar en España por Andorra. Qince días con el coche a tope, comidas calentadas en infiernillo, durmiendo en campings (no siempre se pudo dormir tan cómodos...) y economía de supervivencia. En la frontera con Suiza nos decidimos hace un extra. Ddado el pequeño tamaño del país, nos acercaríamos a su capital. En el viejo mapa la ruta no aparentaba dificultad. Nos internamos en la carretera y sobrepasado el tiempo estimado no llegábamos a Ginebra. Tan sólo grandes carteles nos anunciaban la proximidad de la ciudad de Geneve. Decidimos visitar esta, pues no podíamos demorarnos más. Nos acercamos al extrarradio, pero descartamos visitar el centro. Hicimos algunas compras (chocolate y algún recuerdo) y nos volvimos un poco caricontentos con el desarrollo de la excursión. Cuando, a la vuelta, contamos nuestra errada visita nos miraron sorprendidos: ¡Pero sí que habéis estado en Ginebra: es la misma Geneve!
Es el año 1983. Charo, mis hermanos Javi, Miguel y yo hacemos en el nuevo ford fiesta una travesía por toda Francia: desde los castillos en las riveras del Loira hasta París volviendo por los Alpes para entrar en España por Andorra. Qince días con el coche a tope, comidas calentadas en infiernillo, durmiendo en campings (no siempre se pudo dormir tan cómodos...) y economía de supervivencia. En la frontera con Suiza nos decidimos hace un extra. Ddado el pequeño tamaño del país, nos acercaríamos a su capital. En el viejo mapa la ruta no aparentaba dificultad. Nos internamos en la carretera y sobrepasado el tiempo estimado no llegábamos a Ginebra. Tan sólo grandes carteles nos anunciaban la proximidad de la ciudad de Geneve. Decidimos visitar esta, pues no podíamos demorarnos más. Nos acercamos al extrarradio, pero descartamos visitar el centro. Hicimos algunas compras (chocolate y algún recuerdo) y nos volvimos un poco caricontentos con el desarrollo de la excursión. Cuando, a la vuelta, contamos nuestra errada visita nos miraron sorprendidos: ¡Pero sí que habéis estado en Ginebra: es la misma Geneve!
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