lunes, 19 de marzo de 2012

Madalena de cumpleaños

Mis padres y mis dos hermanos Luis y Miguel volvían de viaje cuando pararon en nuestra casa en Cabanillas del Campo. Habían estado  una semana en un apartamento en la costa en uno de aquellos viajes que solían preparar mis hermanos y donde, fuera de temporada, pasaban seis o siete días al lado del mar disfrutando de la tranquilidad de no preocuparse por la casa y la distracción de ver nuevas gentes y paisajes. Una vida nueva que, pese al ajetreo que supone, aporta un aire de novedad a la rutina del invierno.

Aquel día mi madre cumplía años. Con el trajín del viaje no habíamos caído en la cuenta y no había nada especial preparado para celebrarlo. Sí podríamos conseguir un buen vino y una comida más esmerada, pero faltaba la tarta.
- ¿No hay tarta?
- Lo siento, no sabíamos que estaríais aquí. Es domingo y ya es tarde para comprarla.
No es que mi madre se entristeciera por el detalle, no es de esas; pero sí echaba en falta este ritual del dulce flamígero. Nos quedamos un poco desencantados...

Entonces, con la genética de las ocurrencias heredada de mi progenitora, tuve una idea entre infantil y genial: me levanté y dándole la espalda al grupo familiar me dirigí al armario de la cocina y cogí una madalena, la puse en un plato y pinché en ella un puñado de palillos. Prendí fuego a la improvisada tarta y volví ceremoniosamente a la mesa.
A mi madre se le iluminó la cara con una sonrisa. Cantamos el cumpleaños feliz y después guardó cuidadosamente la madalena con sus palillos semicarbonizados en una servilleta de papel.

Meses después, cuando visitamos el domicilio paterno por vacaciones, descubrí en el aparador del salón la madalena, ya seca y acartonada, aún con sus palillos a medio quemar. La había guardado con ilusión. El detalle es lo que importa.

3 comentarios:

  1. ¡¡Que razón llevas, Jesús!! Verdaderamente son los detalles los que nos marcan y los que guardamos en el recuerdo o en nuestro baúl personal. Son esos fetiches que también describes los que nos acompañan porque tienen una gran carga afectiva que supera a cualquier valor económico que pudiera establecerse.
    Yo también guardo utensilios o instrumentos realizadas a mano por familiares o amigos y que cuido y valoro enormemente, entre ellas están tus preciosas plumas artesanas de escritura y el marcador de lectura.

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  2. Seguro que a tu madre le lleno de ilusión la sorpresa final y lo que menos le importó fué que se tratase de una tarta o de una magdalena, ... lo principal fué que lograste sorprenderla y se sintió muy querida.
    Recuerdo a tu madre muy expresiva y alegre, me pareció un gran mujer.

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  3. Sí, Estrella, mi madre (y no es sólo amor de hijo) es una gran mujer. Te recomiendo que leas esta entrada dedicada a ella en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora: "Esa mula para esta":
    http://www.imagenx1000palabras.blogspot.com.es/2012/03/esta-mula-para-esta.html
    Cinco entradas antes en este blog.

    Saludos.Estrella de tierra alcarreña.

    Jesús.

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