martes, 19 de junio de 2012

Buenos días, tristeza.



Buenos, días tristeza. Me apropio del verso de Paul Éluard para saludarte porque hoy, de repente, me encuentro triste. Esta noche el calor me ha expulsado del sueño y, por primera vez en mucho tiempo, recordé sus pesadillas. En la madrugada, al sonar el despertador, la luminosa claridad de los otros días de primavera se había eclipsado con un cielo de nubes grises. Sorprende esta luz evanescente, esa ausencia de trinos... Los pájaros están callados. La tierra mojada por un pequeño chaparrón nocturno disipa su humedad en el aire proyectando un olor cargado de minerales y fermentos. El aire te baña en caliente, un caldo gaseoso te hace sudar.

Llueve, al fin. Gruesos goterones se estrellan contra la luna del parabrisas mientras conduzco. El cielo parece llorar. La radio desgrana las tristes noticias del día: dolorosas bodas de plata de un magnicidio terrorista sin sentido en Hipercor (explosiones de rencor cuyas llamas aún no se han apagado), la cruda exposición de nuestras venas a las sanguijuelas de los mercados (sangría infinita que nos deja anémicos), tortas y cuchilladas con resultado de muerte por un desacuerdo de pareja; sombríos mineros del negro carbón ante el oscuro futuro de sus puestos de trabajo prosiguen una batalla que adivinan perdida, un juez farisaico ("Haced lo que ellos dicen, pero no hagáis lo que ellos hacen", Mateo 23) se resiste a dimitir... Mientras por la carretera, también gris, circulan entrecruzándose máquinas rodantes, todas herméticas; cápsulas dirigidas por personas extrañas acaso sólo conectadas con el resto del mundo por el hilo invisible de la radio. Juan Ramón Lucas, "En días como hoy", me acompaña durante una hora también triste y desconcertado por la crisis que vivimos.

No sé porqué me embarga esta sensación agridulce, como el triste sabor de la salsa china. Quizás la conversación telefónica de ayer con mis ancianos padres que me hizo recordar la soledad y la impotencia de la vejez; quizás el juego agónico de nuestros jugadores en el partido de España contra Croacia, quizás el estallido de la primavera que sobrepasa nuestra conservadora biología, quizá... son tantas cosas quizás. Ninguna desastre personal, ninguna desgracia inminente, pero...

Así que yo te saludo Tristeza: Buenos días. Te acepto como compañera. Viviré esta experiencia como una enriquecedora fuente de creatividad: ¡Cuántos bellos poemas se han escrito a partir de la tristeza! Las emociones están ahí por algún motivo y no debemos renegar de ninguna de ellas. Todas tienen su momento y su función. La química de la tristeza nos recoge y nos oriente hacia la introspección: nos abatimos, la mirada se nos apaga, inclinamos el rostro, los miembros se aflojan, suspiramos, sollozamos... La tristeza aparece para ayudarnos a superar este sufrimiento y la falsa alegría lo curará en falso. Estemos hoy tristes, si es necesario: será una experiencia penosa, pero será liberadora.

2 comentarios:

  1. Si estás triste sonríe, porque más vale una sonrisa triste, que la tristeza de no verte sonreir.

    ResponderEliminar
  2. No, Manuel; no vale una sonrisa trite... ni subestimes la tristeza, ni es triste no sonreir... Repito: Estemos hoy tristes, si es necesario: será una experiencia penosa, pero será liberadora.

    ResponderEliminar