lunes, 13 de enero de 2014

Me meo


Me meo. Recorro con paso nervioso más de un kilómetros de stads, mostradores, vitrinas , espositores y escaparates. Busco por los techos, en los cruces, el pictograma revelador. En este universo de brillos apago mentalmente flashes, focos, letreros, neones, leds, halógenos y luces fluorescentes intentando concentrarme en el ansiado icono del WC. Cruzo por dos veces la larga distancia entreplantas de los  diversos edificios de este corte inglés descomunal de Nuevos Ministerios. No hay ni una señal que oriente de la situación de los dichosos servicios. Mi próstata protesta. Mi vejiga no aguanta más. Maldigo la estudiada disposición de estos centros comerciales: nada de asientos, nada de luz natural, lejanas escaleras mecánicas, escondidos ascensores... ¡Y mínima visibilidad de los accesos a los lavabos!. Si los hay, están escondidos en laterales esquinados, con acceso por mínimos pasillos que sólo descubres cuanto te plantas enfrente de ellos. Si es posible, en el segundo piso o superiores.

Parece todo estudiado para hacer desistir al visitante de su uso. Se puede mirar, tocar, probar... pero no mear. Se supone que deben estar indicados claramente, pero no los encuentro tras más de 15 minutos de búsqueda compulsiva. Finalmente pregunto a un guardia de seguridad:

- ¿Por favor, no hay servicios en esta planta?
Me mira de arriba a abajo evaluando que no sea  un gorrón del pis, un negrata aprovechado, un machupichu muerto de hambre o un desarrapado insolvente. Decide que tengo buena pinta, que soy un potencial cliente y me indica amablemente:
- Al final del pasillo, a la izquierda de la firma LA MER.

Allí, perfectamente camuflado en un pasillo lateral, aparece al fondo una puerta gris con el blanco icono de los asesos. Llegué justo al final de la cuenta atrás.

Licencia Creative Commons
Esta obra de Jesús Marcial Grande Gutiérrez está bajo una 

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