El joven alzaba el gesto airado frente a sus padres que le intentaban convencer de que se quedara a estudiar en alguna de las facultades de Burgos, su ciudad natal, su residencia de siempre.
- Por lo menos, elige un lugar más cercano: Valladolid o Salamanca.
- ¡Tiene que ser Madrid!
- Pero... ¿Que carrera quieres estudiar?
- No lo sé. Lo estoy pensando. Derecho o psicología... ya veré. Y tiene que ser en Madrid. Es innegociable.
Sus padres, apesadumbrados, sopesaron las difíciles alternativas: Permitir a su hijo acudir a estudiar a la gran capital en pisos o internados carísimos, sin conocer a nadie, sin tener clara la facultad, ni si la carrera que gustaría realmente... ; presionarlo para estudiar en Salamanca donde "el ambiente inquieto y juvenil" que buscaba estaba provisionado por decenas de miles de estudiantes conviviendo en una ciudad especialmente orientada a los universitarios; o negarse en redondo y obligarlo a estudiar en Burgos donde podría realizar el estudio de alguna de esas carreras de forma cómoda, económica y con la seguridad y el afecto que da la familia.
Se enfrentaban a una declaración en toda regla de rebeldía. De estúpida rebeldía adolescente, casi rabieta y capricho infantil. En realidad sabían que importaba poco la carrera en cuestión, o el sitio... Su hijo se comportaba como un pequeño Pinocho ante el parque de atracciones: Madrid, la capital de La Movida, epicentro del 15-M, Kilómetro cero de todas las Españas, X del tesoro en el mapa de todas las manifestaciones. Allí se encontraba el Congreso, con sus concentraciones y sus asaltos; en Sol se materializaban "las manis" más mediáticas, en sus calles se agitaban las muchedumbres, en sus salas se mostraban los mejores espectáculos, en sus locales el mejor ambiente... La televisión, twitter, las redes sociales lo jaleaban constantemente. ¡Y Burgos estaba muerto!
Los padres lo pensaron mucho. Lo sopesaron tristemente. Su hijo, ese gran desconocido, al que creían conocer, exigía independencia. Aconsejaron, razonaron, amenazaron... y finalmente accedieron. A primeros de Octubre cogió sus cosas y se instaló en un piso compartido en la zona de Oporto, en Madrid. Allí habita desde el comienzo del curso. Van ya tres meses de novedades y sorpresas. Todavía dura la euforia de la estrenada independencia. ¡Aquí sí se vive! ¡Aquí se mueve la gente! ¡Y Burgos estaba muerto!
Por Navidades regresó de vacaciones a su Burgos natal. No contó mucho de su vida en Madrid. Mantuvo el aire de suficiencia, de sentirse el elegido en el sitio adecuado y no necesitar dar explicaciones a nadie. Acabadas las vacaciones volvió al Madrid invernal. Es la estación del frío,pero apenas nieva en Madrid; quizás eche de menos ahora las bellas nevadas burgalesas. Las calles se vuelven hostiles. La gente camina ensimismada hacia su trabajo. No se detiene. Es difícil quedar con los amigos: hay que echar el día. Los locales que merecen la pena resultan carísimos. La facultad devora la mayor parte de tu tiempo, los transportes añaden un buen mordisco al resto. Muchas mañanas se queda en casa (tiene horario de tarde). Pronto se encontrará solo. Además, últimamente la movida se ha parado. ¡Se muere un poco Madrid!
¡Y Burgos resucitó!
En la primera semana de su ausencia, Burgos ocupó las primeras planas de los periódicos, los mejores minutos de los telediarios. Una protesta vecinal había puesto patas arriba el "orden establecido": las obras de la céntrica Calle de Vitoria, que él conocía muy bien (hasta este último año, en que se despidió de tantas cosas, había corrido la San Silvestre por ella cada Nochevieja) habían provocado graves incidentes. Tenía todos los ingredientes que le gustaban: protestas espontaneas, manifestaciones in crescendo, cargas policiales, presencia mediática, contenedores incendiados... Estupefacto leía en su twitter sobre el fragor de los choques de manifestantes, los atrevimientos de los encapuchados, las declaraciones de la gente. ¡Y él se lo había perdido!¡Él, que partió de su casa con su careta de anónimus dispuesto a salvar el mundo desde Madrid!
Esta obra de Jesús Marcial Grande Gutiérrez está bajo una
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