Del dragón lloraba su enorme corazón enamorado. Entre la lanza prendida en su costado brotaba un rojo manantial. Montado en su caballo blanco el caballero tendió la mano a la princesa liberada. Entonces ella se volvió y depositó un cálido beso en los labios del dragón moribundo. Este gesto fue omitido en la Leyenda Dorada.
Este obra de Jesús Marcial Grande Gutiérrez está bajo una
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