lunes, 21 de julio de 2014

Pequeños relatos de Ciencia Ficción - 29: Jugando al ajedrez.



Lapa y Leta decidieron jugar esa tarde una partida de ajedrez. Buscaron la caja con las piezas y colocaron esas en el tablero. 
- Salen blancas - Dijo Lapa. 
- Está bien - Leta apretó un botón y el P4R avanzó dos cuadros. Las negras inciaron el movimiento por P4AD. Las blancas completaron la defensa siciliana.
- ¿Eliges esa posición? - Preguntó Lapa- Está bien. Voy a poner el programa "Lucha encarnizada a muerte". ¡Vas a sufrir...!

En el tablero se iluminaron cuatro pilotos rojos en las esquinas. Eran pequeñas balizas señalizadoras; traspasar esos límites era peligroso. Si alguno de los niños metía la mano en cuadrado que delimitaba el tablero podría sufrir graves quemaduras. La piezas desplegaron diminutas articulaciones mecánicas: semejantes a brazos y piernas los peones, patas para los caballos, ruedas para las torres... Inmediatamente cruzaron el pequeño espacio delgadas y brillanes líneas de lasser. Los peones blancos resistían y proyectaban sus descargas con intermitencias regulares en forma de pequeñas adanadas simultáneas. Los negros avanzaban protegidos por las torres acorazadas. Las reinas, que llevaban un buen rato enzarzadas en su lucha particular, cayeron abrazada y fundidas sobre el tablero. Uno de los caballos negros atacó la fila de peones contraria introduciéndose entre ellos y desintegrándolos uno tras otro. El rey blanco peligraba; su única torre se abalanzó desde su rincón contra el caballo. Se escuchó un seco chasquido y las dos piezas saltaron por los aires. Cuando cayeron se elevaron pequeños penachos de humo negro de sus restos desperdigados. El rey blanco estaba a punto de ser acorralado. Tan solo dos peones ennegrecidos por el impacto de los lasser le progegían los costados. Pronto cayeron también y el rey quedó solo en su lado del tablero. Las piezas blancas se reorganizaron sobre una de las filas de cara al rey enemigo. Alzaron simultáneamente su articulaciones superiores finalizadas en armas diminutas apuntando a la blanca figura solitaria que esperaba con fría dignidad. Siete filamentos luminosos partieron en el mismo instante del improvisado pelotòn de ejecución. El rey se tembaleó un momento y luego cayó ebotando ligeramente sobre el tablero. Luego, reuniendo toda su energía, disparó una última vez. Un alfil negro resultó tocado. Después una columna de humo negro se elevó de su cuerpo ceniciento. 
- ¡He ganado!- Gritó Lapa eufórico.
- Sí, has ganado. -Leta recogió con ternura sus piezas chamuscadas y las depositó cariñosamente en su caja-taller. Pensó que si añadiera algunos circuitos más al sistema programador, tal vez algún día, su pequeño ejército ganara al invicto ejército de Lapa.   

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