En el cohete el presidente de los EEUU reía histéricamente: - ¡Ah, malditos rusos! ¿Creíais que no me atrevería, eh?
Lentamente la nave tomó la trayectoria hacia Próxima Centauro. El presidente pensó en la buena suerte que había tenido al haberse descubierto recientemente la existencia de un planeta habitable en el sistema de Próxima: - ¡Perdimos la guerra, pero ganamos la última batalla! -exclamó mirando a su mujer y a su piloto, únicos y aterrados supervivientes de una de las más brillantes civilizacines del extinto planeta.
Allá, en el firmamento, Próxima se percibía lejana, muy lejana.
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