Diez mil novecientos cincuenta y siete caballeros se alineaban en la llanura. Todos vestidos con la misma ropa, todos ciñendo idéntica espada: todos iguales en todo. Todos ellos eran la misma persona: Sir Robin Ciari, caballero inglés, exduque de de Derogny y antiguo caballero de la corte del Rey Arturo.
Sus enemigos, en el otro extremo de la llanura y en número similar no daban crédito a sus ojos. Sir Robin había desaparecido treinta años aantes tras la violación y muerte de su hija a manos del cruel Conde de Scarlet. Sir Robin habían jurado entonces que se vengaría, pero desapareció de Inglaterra durante todos estos años sin que nadie supiera que había sido de él. El fuego de la venganza parecía haberse consumido en el olvido hasta que, treinta años más tarde, apareció al frente de un extraño ejército para cumplir su promesa; un ejército que parecía formado por diez mil novecientos cincuenta y siete hermanos gemelos del duque.
Los soldados mercenarios de Scarlet no comprendían que pudiera haber tantos caballeros parecidos y en tan gran número en todo el reino, aunque por aquel tiempo sucedían muchas cosas extrañas en Inglaterra. Se hablaba de un tal Merlín, un mago extraordinario que había bajado del cielo en carro volador; pero nadie estaba seguro de ello... excepto quizás Sir Robin, que lo acogió en su castillo durante meses. Treinta años antes, tras la muerte de su hija, Sir Robin recorrió las haciendas de sus antiguos amigos solicitando ayuda para cumplir su anunciada venganza. Nadie le prestó apoyo. Scarlet se había hecho muy poderosos y el rey lo favorecía: quien se enfrentara a él perdería su vida y sus herederos se verían despojados de su herencia. Desesperado acudió a Merlín, el Encantador. Este se había hecho famoso por su ingenio y sus profecías en la Corte del Rey Arturo cuando aún existía el Consejo de la Tabla Redonda. Merlín sentía una sincera simpatía por Sir Robin y una justa admiración por su hija, inteligente y bella como pocas; cuando se presentó en su laboratorio, trastornado por el dolor y la rabia, prometió que le ayudaría. Hablaron durante largas horas. Entonces Merlín le confesó que procedía de otro lugar, de otro planeta en el cielo muy lejano a la Tierra y que su nave, en viaje de exploración, se había averiado teniendo que realizar un aterrizaje de emergencia en un lago de Escocia. Mientras convivía con los humanos trataba de poner a punto su preciada máquina del tiempo con la cual pensaba proyectarse al año 2.100; tiempos en los que, calculaba, la humanidad ya podría realizar viajes interplanetarios que pudieran devolverle a su planeta natal. El caballero se interesó enormemente por esta máquina que le había inspirado un plan extraordinario para vengarse del infame conde Scarlet. Discutieron toda la noche las características de su plan y finalmente Merlín concedió que era posible. Por su buen amigo Ciari, pospuso el uso de su máquina durante tres largas décadas: su viaje a una humanidad avanzada podía esperar; el dolor de padre de su amigo y su justo deseo de venganza tenían prioridad sobre un envejecimiento cierto. Así, justo a la medianoche, todos los día de los años siguientes, en la torre del castillo del Conde de Ciari tenía lugar la misma ceremonia: Sir Robin era introducido en el sofisticado artilugio y era enviado al mismo momento futuro por periodos de 24 horas.
Transcurridos treinta años aquel ejército de caballeros idéntico apareció como por arte de magia en la llanura que se extendía frente al castillo del Conde Scarlet. Desde la torre del homenaje, el conde no salía de su asombro: ¿de dónde había salido aquel formidable ejército de caballeros tan parecidos pertrechados con idénticas armas? Desde la llanura una voz al unísono salida de miles de gargantas reclamó su presencia en el campo de batalla:
- ¡Scarlet! ¡Soy Sir Robin y reclamo mi derecho a la venganza! ¡Baja a combatir si eres tan hombre como te precias!
El conde, miró preocupado el ejército singular que ocupaba la llanura y dudó unos instantes. Finalmente sonrió. Después reunió a sus hombre y salió de la fortaleza con todas sus huestes. Aceptaba la batalla.
Ese día, durante horas, tuvo lugar la sangrienta batalla de Badelle en la que el ejército real, al mando del Conde Scarlet, fue exterminado por un misterioso ejército de caballeros gemelos de los que se cuenta que, curiosamente, todos murieron de una misma herida en el pecho al anochecer. Desde entonces no volvió a verse más al poderoso Mago Merlín... perdón, hasta el año 2100 en que reapareció en el Centro Espacial del Reino Unido solicitando una nave interestelar.
Transcurridos treinta años aquel ejército de caballeros idéntico apareció como por arte de magia en la llanura que se extendía frente al castillo del Conde Scarlet. Desde la torre del homenaje, el conde no salía de su asombro: ¿de dónde había salido aquel formidable ejército de caballeros tan parecidos pertrechados con idénticas armas? Desde la llanura una voz al unísono salida de miles de gargantas reclamó su presencia en el campo de batalla:
- ¡Scarlet! ¡Soy Sir Robin y reclamo mi derecho a la venganza! ¡Baja a combatir si eres tan hombre como te precias!
El conde, miró preocupado el ejército singular que ocupaba la llanura y dudó unos instantes. Finalmente sonrió. Después reunió a sus hombre y salió de la fortaleza con todas sus huestes. Aceptaba la batalla.
Ese día, durante horas, tuvo lugar la sangrienta batalla de Badelle en la que el ejército real, al mando del Conde Scarlet, fue exterminado por un misterioso ejército de caballeros gemelos de los que se cuenta que, curiosamente, todos murieron de una misma herida en el pecho al anochecer. Desde entonces no volvió a verse más al poderoso Mago Merlín... perdón, hasta el año 2100 en que reapareció en el Centro Espacial del Reino Unido solicitando una nave interestelar.
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