viernes, 12 de septiembre de 2014
Los Otros. Fin de la película.
Subido sobre una mesa despego las tiras de cello que sujetan farolillos de papel, los cartones que tapan la heladora salida del aire acondicionado, los hilos para colgar figuras recortadas... amaso la bola de blutack que aplico sobre los pequeños pegotes en un lento proceso de bola de nieve, desclavo chinchetas, arranco grapas... Voy llenando las grandes bolsas negras de basura con murales arrugados, dibujos infantiles, carteles rotos...
Bajo un mural de Ciencias Naturales dedicado a los grandes inventores aparecen unas mariposas encerradas representando las notas musicales. Me comenta Ignacio, mi compañero, sorprendido que en algunos lugares ya hay capa sobre capa en los murales pegados a la pared. ¡Y sólo llevamos un curso escolar aquí...!
Las paredes lucen ahora desnudas. han sobrevivido bastante bien a un año de actividad escolar. En el suelo de algunas clases aparecen desperdigados papeles, las sempiternas pelusas o alguna pintura que rodó desde su bandeja en el traslado de l os muebles.
Nos han pedido desde la Subdirecciónde Educación que dejemos las paredes limpias (idea sugerida sabemos bien por quién). Parece que despegar unas cuentas tiras de cello se escapa del presupuesto de 60.000 euros que se pagará por la limpieza y reacondicionamiento del pabellón.
En estos primeros días de septiembre nos hemos cruzado a menudo con "los otros". Me doy cuenta de que eran muchos. La mayoría de las caras me eran desconocidas. En estas fechas se ha abierto una ventana espacio temporal y coexisten las dos realidades paralelas educativas. También nos hemos topado con largas filas de padres frente a su secretaría. Esperan pacientes para matricular a sus retoños en el SEI (Soluciones Educativas Integrales), desde luego las siglas prometen...
No ha habido despedida lo mismo que no hubo saludo. El primer día cuando visitamos las instalaciones no hubo presentaciones, ni palabras de bienvenida; solamente una fría recepción y un acompañamiento distante para abrir puertas. Igualmente, nos hemos ido. Más bien a la francesa: cada mochuelo a su olivo. Los profesores de Educación Física comentan que ellos sí conocieron y trataron a "los otros". En contraprestación por el uso del gimnasio pusieron a su disposición el abundante material de nuestro cole. Se relacionaron bien. No fue la suya una historia de fantasmas y asustadores, ni tampoco de vecindades misteriosas como en mi caso.
Yo me despido del colegio que nos concertó. Me subo ahora mismo a mi nuevo cole. Voy de estreno. En lo alto del mirador, desde donde se ve Madrid con sus torres contra el azul del cielo. Desde su patio, despierto como de un sueño Salgo a la calle, como después de una película extraña.
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