jueves, 20 de octubre de 2011

El gesto contra la mueca


En un gesto anónimo, íntimo, estúpido quizás; mi amigo que está en huega, se levantó a las ocho de la mañana y se fue a trabajar.
Era su trabajo una misión humilde, poco visible. Se trataba de apoyar en las tareas escolares a un niño convaleciente en su casa por leucemia. El pobre había pasado ya 15 días sin su profe de asistencia domiciliaria por sucesivas hospitalizaciones. La madre se preocupaba. El niño se desanimaba. La fecha de la huelga cayó justo en uno de los dos días semanales de visita domiciliaria. ¿Qué hacer?  Mi amigo pensaba que, casi casi, su trabajo de aquel día podría considerarse unos servicios mínimos; así que, en contra del consejo de su director, se fue a atender a su alumno y dejó bien claro que se consideraba "en huelga" y así quería que constara cuando la inspección pidiera la estadística de seguimiento al centro.  Mi amigo era consciente de que le descontarían un veinteavo de su sueldo. Se daba cuente de que nadie (excepto su director y la familia del niño) conocerían su gesto; pero pensó que era necesario. Recordaba las palabras humillantes, calumniosas de la presidenta de su comunidad restregándole en la cara, ante la opinión pública, que sólo trabajaba 20 horas. Recordaba  una rectificación tardía que apenas ponía una tirita en la gran llaga en su honor que ella misma había abierto.

Hoy, de vuelta a casa, su presidenta -más prudente pero con idéntica mala leche- manifestaba en la tele que los maestros sólo estaban 25 horas en el centro: ¡Otra nueva falsedad! En el centro están 30 horas verificadas. Se queda tan ancha con su sonrisa ("Esa especie de mueca, Princesa" que diría Sabina). Le dejó la sangre envenenada porque la gente le cree. Ganas le daban de materializar sus declaraciones y trabajar sólo las 25 horas. Su horario sería el siguiente:
Se presentaría en el centro a las 9:00, como era su deber. Comenzaría el viaje en su utilitario hacia el domicilio del niño (35´ por la ruta más rápida, pero más larga) y tardaría 45´, más posibles atascos y retenciones, al tener que coger la ruta que realmente le pagan (la más corta, pero por carreteras locales). Estaría, con todo, perdiendo dinero pues los 0,19 euros que pagan por kilómetro ni cubren la gasolina, ni las ruedas, ni talleres, ni revisiones, ni averías, ni accidentes, ni seguro, ni multas... Rezaría por que no hubiera obras y carreteras cortadas (pues tampoco le pagarían el desvío). Llegaría a casa del niño a las 9:45 y saldría a las 1:15 para poder regresar a su centro en el que debe terminar su jornada a las 2:00. El niño habría perdido 1 h.30´y él habría trabajado uss 5 horas ese día. Esto sería un chollo ya que, según su presidenta, no tiene que ir por las tardes a completar con 5 h. las 30 que "antes" se le exigían en el centro. Además le evitaría el engorro de coordinarme con los tutores de 3 o 4 centros en un horario que exige un encage de bolillos, asistir a reuniones de coordinación en el centro, claustros, cursillos, reuniones con padres...
En casa, bastante tendría con dedicar 1 h. 30´al día a preparar algunas clases, materiales, informes... realmente no le quedaría tiempo para enviar emails a los profesores tutores de los niños, buscar actividades, realizar cursos on line, mantener activo el blog del servicio, el de la biblioteca del cole, etc.

Por favor, Sra.Esperanza Aguirre: fírmele el horario que le publicita. ¡Hágalo con todas sus consecuencias o cállese! El daño que está haciendo no se cura con una tilita. Esa mueca pública que nos muestra, pretendida sonrisa, está sujeta con forceps. Sólo se ríe usted.



PD Mi amigo abre el  periódico del EL PAÍS de ayer, miércoles, que no le dio tiempo a leer. En la página 28, sección de opinión - Cartas al director, encuetra un texto de un padre:
"Para que Aguirre diga de los docentes..." Y ve que su historia se repite. Percibe la mirada perpleja y admirada de unos padres ante el gesto de una profesora de IES que, para no acumular los exámenes de sus alumnos por la falta de días, mantiene la fecha del examen y "regala" dos horas de su tiempo de huelga a las arcas gestionadas por nuestra presidenta, que evidentemente le obsequiará con una sonrisa ("una especie de mueca").

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