viernes, 27 de febrero de 2009

Imágenes equívocas & palabras equívocas.


Por dos veces la endeble caja donde porto mis audífonos acabó en la lavadora al ovidarla descuidadamente en los bolsillos del pantalón. Puedo imaginarme sus circuitos diminutos y los delicados cablecillos abatidos por los chorros de agua caliente, agredidos por el detergente y sacudidos por el vertiginoso empuje de la centrifugafora. Añadiendo a esto las veces que se me abre la dichosa cajita y el enorme espacio que desperdicia para guardar tan pequeña maquinaria me decidí a buscar un objeto más manejable y seguro. Había pensado en algún cilindro metálico roscado (Algo parecido a lo que describe Henri Charriere en "Papillón" y que se usaba en las prisiones de la Guyana Francesa para ocultar en el interior del intestino billetes de alto valor. Naturalmente yo no utilizaría su procedimiento de ingenstión bucal y extracción por el ano como allí. Símplemente lo llevaría colgado o en el bolsillo).
Durante algunas semanas me rondó la idea por la cabeza y paraba ocasionalmente en bazares y comercios buscando este tipo de objeto concreto. No lo encontraba por ningún lado hasta que un día, haciendo tiempo para asistir a un seminario, en una pequeña tienda de bisutería en el Cenro Comercial El Val de Alcalá vi en el escaparate un cilindro plateado colgado de una anilla a modo de llavero que parecía a propósito para mis fines. Entré decidido en la tienda para comprobar que se ajustaba a mis necesidades y pregunté a la joven dependienta con aire decidido:
- Ese cilindro plateado del escaparate... ¿Me lo puede enseñar? Es para meter un objeto personal...
La chica me miró y sonriendo me lo acercó mientras respondía:
- Naturalmente...
Me lo entregó en mano y yo le examiné con cuidado. Comprobé que la rosca era segura y estanca.
- Me parece que no me van a caber... creo que son más grandes que este hueco... Es que yo uso dos y no sé si me cabrán cuando me los saco...
La dependienta me miró con la boca abierta, pero no dijo nada...
- Les tiene más grandes...
La joven dudó un momento. Me miró cautamente antes de responder:
- Tenemos unos más grandes. Los que usan las chicas...
Contesté rápidamente: - Me da igual. Si me sirven...
Se volvió y alcanzó de un estante unos objetos similares pero bastante más grandes...
- No, es demasiado grande. No me sirven... Me gusta más el otro... Oiga, ¿Me puede decir para qué usan las chicas este cilindro tan grande?
- Para meter los tampones.
- Ah. (Mi cara reflejaba la sorpresa). ¿Y este pequeño?
- Para llevar los preservativos...
- (¡Tierra, trágame!)

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