jueves, 11 de junio de 2009

El traje nuevo del emperador.



Hace muchos años vivía en un lejano país un emperador tan honrado que, para no gastar los impuestos de sus súbditos en vestidos iba siempre desnudo. La ciudad en que vivía el emperador era muy alegre y bulliciosa. Sus súbditos estaban encantados con él. Emperadores vecinos le visitaban a menudo y le animaban por su valiente defensa de las arcas públicas. Todos aplaudían su altruísta decisión.

¡Qué bien te sienta la desnudez! - le decían. Y alababan su sacrificio por el pueblo.

Un día corrió el rumor de que el emperador había visitado en secreto un sastre para que le hiciera un traje... La gente del reino se indignó:

- ¡Son infundios de sus envidiosos enemigos! ¡Nuestro emperador jamás se haría un traje. Él sólo piensa en sus súbditos y nos da ejemplo con su digna desnudez!

Todo su pueblo salió en su defensa.

- ¿No veis lo desnudo que está? ¿No veis que no oculta nada?

La gente miraba y ¿sabéis lo que veía? Sólo la pálida piel blanca y desnuda. Pura como la de un niño.

El emperador, enternecido por las muestras de afecto, se deshacía en elogios a los más allegados de su corte:
- "Gracias, por vuestro desinteresado afecto. Os quiero un ... montón"

El Emperador se hizo aún más popular. Era querido y amado por su pueblo. Muchos se manifestaron en su favor y le entregaron su confianza ciega. Se paseaba orgulloso delante de sus vasallos. La gente le adulaba:

- ¡Tu desnudez te honra!
- ¡Tu auténtico traje es la valentía!
- ¡Tu cuerpo sin tapujos representa la verdad!

- ¡Pero si va vestido con un traje nuevo! -exclamó de pronto un niño.

La gente miró con estupor. Empezaron a oirse comentarios entre la multitud.

-¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! -dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.

Aquello inquietó al Emperador, pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron alabando la digna desnudez de su emperador en cueros.

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