lunes, 29 de noviembre de 2010

Cotilleos

Mira que siempre mostré el desprecio más absoluto por los cotillas, correveidiles, figones y husmeadores de la vida ajena. Pero nunca se puede decir de este agua no beberé ni de esta fuente no me informaré... Una sordera se alzó ante mí como muro infranqueable y me inhabilitó para captar las miles de señales auditivas que la sociedad utiliza para comunicar a los individuos e integrarlos en una red de voluntades coordinadas. La información  que recibía del mundo quedó reducida a una nebulosa blanquecina, una vía láctea difusa de estrellas borrosas. Los sonidos me envolvieron amortiguados y caóticos como las notas de una partitura sometida a violenta explosión. Chocan las notas entre sí con desorden Browniano en un guirigay incomprensible.
El mundo perdió su significado. Aislado, mis pensamientos operaban en un bucle infinito sin noticias nuevas.
Mi personalidad derivó hacia la misantropía; mis relaciones sociales al nivel de la supervivencia. ¿Qué hacer? Hay que socializar, pero ¿cómo? Puesto que no puedo desenvolverme en el foro, accedí a las tabernas, a los corrillos, al apartado mundo de las confidencias, los cotilleos, los murmullos... Pedía generoso cuarto y mitad de habladurías y secretos; y así, uniendo hebras deshilachadas, componía la cuerda que podía unirme a la participación y al conocimiento. Una soga de significados para poder atarme al mundo. Me volví un asiduo de los conciábulos, los apartes, los rincones oscuros... Fui asiduo participante de las minipandas. Operé discreto en la pequeña covertura del medio metro. Aprendí a fisgar en las conversaciones a media voz. Así llegué al secreto conocimiento de navegar en la bruma, de extraer información en un marco difuso, a encontrar sentido en el ruido de la tormenta, orden en el caos...

Y ahora, en medio del caos mundial poblado de informaciones sesgadas, escucho las nítidas revelaciones de radio-vecina wiki-fuga. Esta web se ha convertido en el Gran Revelador, en el Cotilla Universal. Gracias a ella, desde la intimidad de nuestra pantalla o ante la rutina de la lectura de un periódico podemos despellejar al gran Estados Unidos de Una Parte de América del Norte hasta verlo desnudo, en su más vulgar intimidad. Y sus parte pubendas sonrojan al voyeur que todos somos. Se confirma la caída del Imperio. Los bárbaros se burlan de los secretos de sus amos, cotillean sus vicios y costumbres, se mofan de su vulnerable desnudez.
Qué paradójico resulta que el origen de todo este caudal de cotilleos estubiera en la evidente falta de comunicación entre departamenteos en EEUU tras el ataque del 11 de septiembre de las torres gemelas en 2001. ¡Tenemos que hablar! ¡Tenemos que coordinar nuestra información!... y puestos a ello volcaron todos sus secretos en una madeja que pasaba por tres millones de manos.¡Qué fatal error! ¡Que invitación más insultante (por fácil) a tirar del hilo!
Me esperan muchos días de momentos sabrosos: conocer secretos vedados a los vulgares mortales, entender situaciones que nos parecías inverosímiles e inexplicables, saber cómo somos percibidos en el país de los amos...
Como en una tertulia de vecinas y ante un humeante café me dispongo a exclamar y compartir dichoso con mis afines expresiones afiladas y ponzoñosas: ¡No me lo puedo creer! ¡Huy lo que le ha llamado! ¡No me digas que a Berlusconi le pasa eso! ¿Que creen que la Kirchner está loca?, ¿De verdad sarkozy va de figurar todo el rato? ¿Que Zapatero gobierna a golpe de encuesta?...
Los grandes del mundo, despojados de sus encopetados parapetos, al nivel del patio de vecinas no van a durar ni un asalto.

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