Recuerdo aquellos concursos, tan mediáticos ellos, en los que se pedía a los niños que hicieran un dibujo del Rey bajo el sugerente lema de ¿Qué es un rey para ti?
La imagianción infantil presentaba reyes amables, divertidos, familiares... no creo recordar ninguno en el que figurara con una escopeta y cazando animales. Esos animales que en el cole le enseñaban a respetar, a amar y valorar como seres vivos de inapreciable valor.
Ese rey campechano, bromista, risueño... ese abuelo que se enfada en la mesa con los invitados impertinentes y les riñe con un ¿Por qué no te callas?, ese rey deportista de esquí, velero y moto que corre incógnito bajo su casco por las carreteras de España.
Ese rey nos está desvelando su cara más cínica, su gesto más brutal. Wikileaks nos descubre que ya estaba calado por los diplomáticos de varios países: reirle las bromas,
seguirle el juego a su jovialidad y campechanía era la mejor forma de ganárselo (en otras palabras: hacerle la pelota). Algunos se preguntan por su papel en la vergonzosa retirada del Sáhara. Según Lothar Lahn, embajador alemán en 1981, Juan Carlos creía que los cabecillas del 23-F "solo pretendían la reinstauración de la disciplina, el orden, la seguridad y la tranquilidad"; el Rey -informó tras una entrevista privada el 26 de marzo de ese mismo año- "no mostró ni desprecio ni indignación frente a los actores, es más, mostró comprensión, cuando no simpatía". El Rey manifestó a Lahn que la responsabilidad última del intento de golpe de estado no fue de sus cabecillas, sino del entonces presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez, a quien reprochaba "despreciar" a los militares. De ser esto cierto (y la trayectoria vital del embajador alemán fallecido en 1994 parece corroborarlo) habría que replantearse el papel del Rey más allá de lo dado a conocer en los medios.
Habría que preguntarse también porqué su yerno pasó de practicar los más nobles valores del deporte a las malas artes del nepotismo, en qué escuela apendió, qué pudo ver en el entorno familiar que mudara la estética y también la ética de una biografía educada en los valores olímpicos. Y analizar la figura posible de rey encubridor que desde hacía muchos años sabía de los delitos de su hijo político y no sólo no los denunció (como era su deber) sino que facilitó su "evasión " a Washington. Es también sospechoso que se activen las diligencias sobre sus presuntas estafas cuando están a punto de prescribir. No creemos en las casualidades.
Según la Revista Forbes, el rey de España acumula una fortuna de 1.790 millones de euros. Haciendo todas las salvedades que haga falta en dicha cantidad, parece inverosímil que su persona haya ganado tanto con el "sueldo" oficial que le asignan los presupuestos recientmente publicados.
En cuanto a su relación con las armas conviene santiguarse. Ya desde su juventud era dado al gatillo fácil lo que devino en el fratricidio de su hermano Alfonso y esa afición a la pólvora ha continuado con cacerías escandalosas en Botswana. Es conmovedor enterarse de que su nieto froilán se preocupara más por la reacción del monarca que por su propia herida exclamando: "El abuelo se va a enfadar; es mi culpa, mi padre nada tiene que ver"...
Cuenta Iñaki Anasagasti que en una ocasión vio al Rey encararse con un diputado de IU que portaba un cartel con "No a la guerra" ante el reciente conflicto con Irak. El Rey le replicó: "¿Por qué?, yo soy militar, a mí me gusta la guerra". El mismo Anasagasti se duele de que, tras constatar que existe un artículo en la Constitución, el 63-3, donde dice que el Rey, con la autorización de las Cortes, puede hacer la guerra y declarar la paz; “Una palabra suya hubiera parado la locura de Aznar”, pero no lo hizo, dice, no asumió su responsabilidad.
Causa pudor contemplar las fotografías de sus safaris (todas publicadas en su día en blogs extrangeros, y a día de hoy, alguna retiradas sin conocerse bien los motivos...). Recuerda a otro anciano personaje que cazaba ciervos en los bosques de Segovia y coleccionaba cornamentas para el palacio de Riofrío. También la afición al esparcimiento a bordo de costosos yates me lo recuerda, si un día fue el Azor, hoy deconstruído, ahora es el Fortuna.
Así que con estos mimbres:¿Cómo se va a enfadar el abuelo? ¡Pero si seguro que te da un premio!


Otros títulos que se me ocurren para esta historia:
ResponderEliminar-Las cositas del abuelo.
-El cazador cazado.
-Pinta al rey... pero sin escopeta.
Estoy muy sorprendido por las públicas disculpas del monarca, realizadas ayer ante la prensa y accesibles en TV. Se mostraba un rey realmente compungido. Mucho ha debido llover encima de la regia cabeza para que esta se humille tanto.
ResponderEliminarLe concedemos el beneficio de la duda en cuanto a sus intenciones y propósito de la enmienda. Pero le miramos de otro modo...
"LO SIENTO MUCHO, ME HE EQUIVOCADO Y NO VOLVERÁ A OCURRIR"
ResponderEliminarArrepentimiento, reconocimiento y propósito de la enmienda. Cumple todos los requisitos de la confesión católica.
¡VETE EN PAZ Y NO VUELVAS A PECAR!