miércoles, 8 de mayo de 2013

Han intervenido mi Bankia


Hace tiempo que mi banco fue intervenido. Ese banco al que pedí un crédito en más de una ocasión y me hizo presentar el aval correspondiente: mi nómina, mi casa... Yo pensé que era justo. Si me prestan un dinero deben poder recuperarlo, aunque ya me dolieran los pingües intereses que debería abonarles. Yo cumplí como buen ciudadano: devolví el préstamo más intereses puntual y religiosamente. Sin embargo, mi banco, prácticamente ha quebrado. El dinero que yo le presté a él (con magros intereses) no tenía aval alguno, a lo que parece...  Es este un negocio tramposo. El escritor alemán Frederik Hetmann lo ilustra claramente en su libro Historias de Pieles Rojas, en esta adaptación de una de ellas que reproduzco
Negocios bancarios 
Érase una vez un indio que entró en el banco de una ciudad para pedir un préstamo.
—Sí —le dijeron los empleados—, aquí encontrará lo que busca. Hacemos préstamos. Pero antes tenemos que pedirle una cosa. ¿Es usted tan amable de firmarnos un aval como garantía de pago?
—¿Un aval?
—Sí, claro. En el caso de que usted no nos devuelva el dinero prestado, el banco se quedaría con lo que usted haya presentado como aval.
Esto le pareció justo al indio.
—Entonces, ¿qué nos puede ofrecer usted como aval?
—Tengo caballos.
—¿Cuántos caballos?
—Mmm… calculo que alrededor de quinientos…, pero también pueden ser seiscientos.
—Estupendo. Vamos a suponer que cada caballo tiene un valor de unos diez dólares. Usted nos transfiere la propiedad de cien de sus caballos y nosotros le hacemos un préstamo de mil dólares.
Y así sucedió.
Pasado un año, el indio entra de nuevo al banco. Lleva consigo dos bolsas repletas de dinero. Se acerca al mos­trador, saca de una de ellas la cantidad que le prestó el banco y paga sus deudas, junto con los intereses, en dólares de plata. El empleado del banco, sonriente, le hace un cumplido:
—¡Excelente! Es siempre una satisfacción hacer negocios con una persona honrada y fiable.
El indio no contesta nada, pero echa mano de la segunda bolsita.
—Aquí tengo más dólares de plata —explica—. He vendido lana.
—Magnífico. ¿Quiere abrir una cuenta corriente en nuestro banco? Así no tendría que llevar siempre su dinero encima. Podría perderlo; se lo podrían robar. Si usted nos lo confía a nosotros… aquí estará totalmente seguro. Y cuando necesite dinero, no tendrá ningún problema: usted se acerca por aquí y retira la suma deseada.
Todo aquello resulta claro y evidente. Así que el indio saca los dólares de plata de la segunda bolsita y se pone a contarlos sobre el mostrador.
El empleado del banco extiende la mano para coger el dinero y guardarlo en la caja fuerte. Pero el indio pone sus manos encima de los dólares y pregunta.
—Por cierto… ¿ustedes también tienen caballos?
Así que mi Bankia no tiene caballos y se ha vuelto cuatrera requisando los de los demás. Han tenido que venir a "rescatarle" con dinero que arrebatarán a involuntarios avalistas: los inocentes ciudadanos con sus impuestos. ¿No podría expropiarle yo, al menos, un salita de la sucursal donde me atendieron?
En una muestra máxima de cinismo son los propios liberales, los que propugnan la no intromisión del Estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos, los que impulsan la reducción de impuestos a su mínima expresión y reducción de la regulación sobre comercio y producción; los que solicitan el rescate, los que "premian" a los gestores del fiasco con primas escandalosas... Al menos podrían colocar un cartel de aviso a la entrada de los bancos:
"Aquí privatizamos las ganancias y socializamos las pérdidas"... ¡Capitalistas de pacotilla! 

2 comentarios:

  1. No conocía esta historia ni al autor, pero me ha encantado. Describe perfectamente como deberian ser los tramites bancarios, pero como bien describes, Bankia no cumple lo que hace cumplir, y encima hasta es recompensada... y en caso de castigar a alguien será a los que vayan a manifestarse a sus sucursales. Menudo mundo

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  2. La historia la encontré en un texto de 1º de ESO de uno de mis alumnos. También me pareció muy ilustrativa de los negocios bancarios... así que la traje a mi blog. Circula en bastantes lugares de la web. Entre otras cosas me ha servido para conocer al autor que tiene cuentos e historias muy interesantes.

    Saludos, Estrella. Mañana nos vemos.

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