sábado, 11 de mayo de 2013

El óbolo de la viuda


En multas y limosnas existe la misma desproporción. No es "cuanto" se da o se quita, sino la importancia que tiene para cada uno el dinero del que se desprende. Ya sé que esto está muy pensado (léase el evangelio, Mc 12,38-44), que no es nuevo... pero tampoco es viejo.

Hablaré de sanciones de tráfico.Últimamente estoy recibiendo una desacostumbrada ración de multas: Radares emboscados en vías secundarias de poco tránsito, multas por falta de tiquet en zona verde, algún exceso de velocidad… Muchas de ellas incluso en el desempeño de mi trabajo (he de trasladarme a domicilios distantes en la provincia) y las he de pagar con mi dinero. Uso coche propio y me pagan el km (por la distancia más corta -no la más rápida- a 0.19 euros (este año estuve en Suiza y comprobé que allí  cobran 4 veces más con una gasolina a precios similares; también sé que los señores diputados cobran 0,22 por el mismo concepto -lo que me parece injusto, pues la gasolina cuesta igual a todo el mundo-). Mi coche envejece prematurametne al conducirme a este trabajo que me obligan a recorrer 4000 km mensuales donde yo corro a cargo de su mantenimiento, sus revisiones, sus neumáticos, su aceite… ¡y su aparcamiento, lo que a veces termina con multas inevitables!. Y ¡Sí, detecto, al igual que otros muchos, un crescendo en el afán recaudatorio desmesurado!; como si fuera un elixir milagroso para salir de la crisis.

No estoy en contra de pagar por mis faltas. Pero no todos los castigos son iguales, si son económicos. Como el óbolo de la viuda en la parábola evangélica, debe haber proporcionalidad en la penitencia.  Propongo un coeficiente (calculado en función de los ingresos -es fácil calcularlo, todos declaramos, hacienda lo sabe) que se aplique a las multas de tráfico. En los tiempos que corren a las multas no les hacen recortes, al contrario. Y estas, en muchos casos, son sencillamente escandalosas. Hay gente a la que le importa muy poco esa cantidad y otros a los que les va el comer. No es ético multar con 100 euros a un conductor por aparcar en una zona verde durante unos minutos en  un Madrid abarrotado que no ofrece hueco en zona azul. No es justo seleccionar tramos trampa en los que, sin peligro alguno se superan los 60 km/h, cuando hay una curva mucho más peligrosa un kilómetro antes donde sería mucho más lógico -pero menos cómodo- establecer la vigilancia. No es fácil desplazarse a la oficina de correos de tu localidad a por la multa cuando su horario coincide con tu horario laboral. No se puede tener una web de tráfico de navegación confusa, que se cuelgue constantemente y que no te aplique la reducción por prontopago pese a haberlo gestionado -como me ha ocurrido en alguna ocasión-.  

Y creo que nuestros gobernantes recaudadores se equivocan. No me creo sus farisaicos argumentos de que sancionan pensando en el bien común (¿pagan siempre sus multas? ¿las pagan ellos?, ¿le duelen lo mismo que a mí con sus "sobresueldos" y "gastos de representación"?), o de que todos somos iguales (sus kilómetros a 0,22, señores diputados, ¿a santo de qué? ¿sus gasolineras son más caras?), o que se aprietan el cinturón como todos ( véase el resultado de la votación del pasado 6 de abril, en el Parlamento Europeo donde se votó una enmienda para restringir los vuelos en primera "Bussines Class" ( 1.297 euros) y hacerlos en clase turista (150 euros). Tan sólo 4 votaron a favor de viajar en clase turista, 2 se abstuvieron y 38 votaron a favor de "apretarse el cinturón"... pero en Bussines Class). 

Hace ya 2000 un personaje revolucionario, casi un antisistema, nos previno. No se escandalicen las almas piadosas: ejemplos abundan y los tienen en las propias escrituras."Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa."  Estemos atentos a los Los tramposos de Dios que ante las 100 avemarías de penitencia por sus pecados son capaces de graba una sola, copiarla 100 veces en su grabadora, y dejarla puesta ante el santísimo. No caigamos en la trampa de que mis multas son iguales que las de Ángel Carromero, por ejemplo. Mi óbolo me cuesta mucho ganarlo. 

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