martes, 11 de junio de 2013

Obama Big Data contra Osama Bin Laden


En estos mismos momentos estas palabras son leídas y parcialmente interpretadas por PRISM, un potente sistema informático creado por la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) de Estados Unidos. Palabras como "bomba", "terrorista", "Alcaida", "atentado"... son texto señal que un sofisticado software interceptará, archivará y cruzará con millones de otros textos y autores buscando referencias, relaciones, perfiles y modelos que me llevarán a través de un complejo diagrama de flujo a la casilla de "individuo sospechoso". Seré identificado, localizado, etiquetado, grabado e incluído en un nivel mayor de vigilancia a partir de ahora.

Gracias a las revelaciones de Edward Snowden (técnico informático contratado por la CIA con un sospechoso ataque de ética universal) a The Guardian nos enteramos (si acaso no lo sabiamos) que "La NSA ha construido una infraestructura capaz de interceptarlo casi todo"

Tras el 11S se hizo legal poder analizar metadatos" de llamadas telefónicas en EEUU, que incluyen números, duración o localización de las llamadas; pero es que ahora descubrimos que PRISM permite acceder directamente a los servidores de nueve de las mayores empresas de internet, entre ellas Microsoft, Google o Apple; para vigilar mensajes, vídeos o fotos en el extranjero con los que encontrar patrones relacionados con actividades terroristas. O sea que nuestro sistema operativo más popular tiene una puerta trasera, nuestro buscador favorito está pinchado y nuestro facebook está abierto a cualquier mirón de la agencia... y esto parece ser solo la punta del iceberg. Todo lo que hagamos, escribamos, digamos, compartamos o señalemos en la Red es susceptible de ser permanentemente archivado en una carpeta con nuestro nombre en el Centro de Datos de Utah de la Agencia Nacional de Seguridad. Obama lo ha justificado alegando que “el espionaje masivo es crucial en la guerra contra el terror”, como posiblemente la tortura fue esencial para acabar con Bin Laden... el fin justifica los medios. Es posible que el ingenuo Barack hiciera un cursillo acelerado sobre "El Príncipe" de Maquiavelo nada más llegar al despacho oval.

Esa supersesera se llama Prisma. Curioso nombre que sugiere transparencias, facetas pulidas y caras poliédricas dispuestas en ángulo recto (que no en recta ética). Curioso también que una agencia de detectives (vulgo "husmos" "sabuesos" y cotillas) española que ha sido contratada por el top institucional español se llame también así.

Y es que un conocimiento comprometedor sobre tu persona le dará inmenso poder sobre ti. Ese inmenso sociograma colectivo detectará tus redes de amistades, tus flancos de influencia, los cerebros grises que manejan los hilos en que estás atrapado dentro de la telaraña mundial de la WWW. Tenemos ya intervenidos los 5 sentidos: saben lo que oyes, miran lo que ves, escuchan lo que dices, conocen lo que tocas, ¿sienten lo que hueles? Somos objeto de estudio de un CSI gigantesco, de un Bones mundial.

Los que están en el ajo lo saben. Saben incluso como defenderse ellos mismos (los que están en el secreto) de las armas propias usadas por el enemigo: la estrategia de la confusión, intoxicación, megainformación falsa, lanzamiento de señuelos:¡que los árboles no dejen ver el bosque!

¿Cómo no pensar en una teoría conspiranóica? Lo que estamos descubriendo nos induce a una paranoia justificada.

¿Todavía no pueden penetrar en nuestra mente? Todo se andará. Cuando logren manipular nuestros pensamientos, solo podremos defender nuestra autenticidad sembrando islotes en el tiempo. Nada es igual después del ahora. Todo fluye. El ahora que desconocen será secreto. Se tratará de un testamento que después no reconoceremos.

Gacias a Dios las unidades de carbono todavía somos más fuertes. Nuestro hardware es aún mucho más complejo que las supermáquinas de silicio. ¿Pero hasta cuando? La SF ha explorado esta idea en miles de obras (rindo mi particular homenaje a Isaac Asimov). Todavía siguen funcionando los viejos códigos, los trucos ancestrales para proteger nuestros secretos: el lenguaje metafórico, las claves emocionales, los recuerdos compartidos... pero el gran cerebro crece mucho y aprende deprisa.

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