Pero la víspera un tren Alvia con su carga de viajeros y peregrinos descarriló en A Grandeira en el barrio de Angrois, en la penúltima curva de su trayecto y la última de su recorrido. Las imágenes del escalofriante accidente ponen los pelos de punta. Al tiempo uno se pregunta cómo pudo ocurrir una desgracia así.
Aún dejando tiempo a la consecuente investigación, he dedicado unos minutos a investigar con los escasos medios al alcance de cada cual, algunas de las extrañas circunstancias del suceso. Leo atentamente las noticias sobre el siniestro, me desplazado con google maps hasta el punto exacto del descarrilamiento, visiono media docena de veces el vídeo del accidente y consulto varias páginas web. Investigado además el rumor (confirmado confirmado con los pantallazos de los comenarios) de que el maquinista tenía una cuenta en facebook enorgulleciéndose y bromeando sobre la velocidad de la máquina que estaba conduciendo en ese momento (9 de marzo de 2012, a las 17:56) y que fotografió seguramente con su móvil. Igualmente repasé las conversaciones (públicas o no) que realizó, por desde la locomotora del tren, desde su móvil y a las personas que le acompañaron tras el accidente (algunas de las cuales se niegan a extenderse en detalles sobre las mismas, pues detallarlas podría perjudicar gravemente a su autor).
De todo ello (todas son presunciones) podría deducirse que:
1. La velocidad del tren (más del doble de la permitida) era "extrema". Será muy difícil probar que no existió error o voluntariedad en ese punto porque:
a) Tenía 10 años de experiencia y, probablemente conocía todo el trazado de la vía (la habría realizado unas 60 veces, afirma el presidente de RENFE). La curva se iniciaba nada más salir de un túnel de más de medio kilómetro, el segundo al final de una la larga recta de 80 kilómetros que se iniciaba casi en Orense (lugar donde se puso al mando de la locomotora)
b) Si la información es cierta (como parece) el conductor alardeaba en facebook hace algo más de un año de la velocidad de la máquina que conducía: "Estoy en el límite, no puedo correr más, si no me multan". Así como bromeaba sobre una posible multa con el radar de la guardia civil a Renfe por exceso de velocidad. Lo grave aquí (y me hace preguntarme sobre la inocuidad de las redes sociales) es presumir de ello y ¡sobre todo! utilizar el teléfono móvil en un trabajo de tanta responsabilidad y atención haciendo fotos, editando comentarios... Cualquier distracción, como se demostrará, puede resultar fatal. La fotografía que muestra del velocímetro a 200 km/h está tomada en marzo del año pasado (aún no conducía el modelo híbrido del Alvia siniestrado)
c) Una medida aproximada sobre la escala del mapa sitúa dicha curva a unos 3 km de la estación. Frenar un tren, con su inercia gigantesca, no es lo mismo que frenar un automóvil. Si 4 km antes de esta curva está ya señalizada la necesidad de reducir a 80 km/h, aunque no existiera la curva en cuestión, el convoy se vería muy apurado para detenerse en la estación en el corto recorrido restante (y eso sin contar otra curva similar, en dirección contraria, un kilómetro después).
2. El análisis de las manifestaciones del conductor tras el siniestro hacen pensar en una elaboración postraumática de los hechos tratando de alejar de sí la terrible sensación de culpabilidad que la tragedia provoca:
a) Su visualización en presente del accidente cuando declara: "Tenía que ir a 80 y voy a 190", parecen revivir la última imagen antes del impacto sin explicar qué pudo haber pasado segundos antes para ir a 80 en un tramo conocido.
b) Un reconocimiento de culpa, pero atenuado: «Somos humanos, somos humanos, espero que no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia»,
c) Un cierto fatalismo: «Descarrilé, qué le voy a hacer, qué voy a hacer», como intentado culpar al destino.
d) Una posible negación de su "responsabilidad" (que etimológicamente guarda relación con "responder") al negarse a responder ante la policía. Aún salvaguardando los derechos a no declarar, si sus sentimientos son realmente honestos, pienso que debería colaborar con todo aquello que aclarara lo que pasó. El cierre de su cuenta en facebook, tras el accidente, también sugiere cierto encubrimiento planificado (el cierre de la cuenta, imagino, precisa de contraseñas que normalmente solo conoce su usuario). Alguien que le conociera, y con la cabeza muy fría, tuvo que preguntarle directamente al conductor por la misma y, éste, prestarse a colaborar a tal fin.
3. Ha existido un error humano evidente.
a) El mismo conductor lo reconoce en sus declaraciones, aunque no aclara las posibles causas del mismo.
b) Una de ellas podría ser la existencia de tres túneles intercalados en esta última parte del trayecto que hace pensar en la posible confusión del conductor que creyó (cuando atravesaba el segundo túnel) que, en realidad, lo estaba haciéndolo a través del primero con lo que le daría margen (aunque ajustado) para reducir a la mitad la velocidad como habitualmente hacía. Si es así ¿qué pudo influir para que "olvidara" que el primer túnel había pasado?. Las declaraciones del propio conductor y de su ayudante podrían ayudar a determinarlo. Es difícil comprender, con todo, que este tipo de error se pueda cometer (por profesionales, en equipo de dos -que se vigilan mutuamente- , por trayectos conocidos y con "puntos críticos" tan significados como este).
4. Es posible (los técnicos lo establecerán) que el diseño de la infraestructura no fuera adecuado. Habrá que dilucidar hasta qué punto se puede dejar "en manual" un proceso que podría hacerse "automático" siendo salvaguarda del error humano. El debate entre la idoneidad de los dos sistemas automáticos empleados, su relación costes-efectividad, las posibles implicaciones políticas y económica a la hora de diseñar los trazados y los sistemas...
Nos espera un proceso que esperamos clarificador y útil para el futuro. Las repercusiones humanas, políticas, económicas e incluso internacionales (está en juego la concesión del AVE en Brasil) son importantes. Esperemos que el proceso no descarrile en alguna de sus curvas.
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