Me encanta el cine. Me enamoré del Séptimo Arte de muy pequeño, cuando asistí deslumbrado a la proyección de Pinocho, de la factoría Disney. Aquel mundo de color y movimiento que me encandilaba creó en mí una afición eterna. Con él viví fantásticas historias del Rey Arturo (la imagen de Merlín haciendo funcionar una rudimentaria locomotora con el agua de una tetera, aún brilla nítida en mi retina), me entusiasmé con las hazañas de Sir Ivanhoe (la marcha triunfal de su obertura aún resuena en mis oídos) y después vinieron muchas, centenares, miles de películas más. Esos mundos virtuales han llenado parte de mi vida enriqueciéndola. Nunca ahíto de esos mundos paralelos, decidí un día fabricar uno propio.
La oportunidad se presentó con motivo de unas jornadas culturales en mi colegio de entonces, el Antonio de Nebrija. Ejercía por aquellos años de logopeda y buscaba una manera de motivar e implicar a mis alumnos en alguna actividad para esos días. Había encontrado en internet un programilla que permitía una edición rudimentaria de dibujos animados. Yo conocía de tiempo atrás Cartooner, programa de dibujos que corría en PC antiquísimos y que realizaba peliculillas cortas y divertidas; pero aquel año, el 2007, había encontrado en la red un programa gratuíto en desarrollo muy interesante: Tales Animator. Usaba procedimientos y códecs de libre uso y una programación relativamente fácil de aprender, aunque laboriosa. Presentaba aspectos prometedores: uso gráficos y fotos personalizadas, descarga personajes con diversos movimientos, sonido mp3, uso de capas y colores transparentes... Se me ocurrió emplear escenarios del propio colegio y protagonistas personalizados para hacer una película con espacios reales y protagonizada por los propios niños y personajes de nuestra invención. Las voces (era el logopeda) las aportarían los propios alumnos.
Se inició entonces un laboriosos proyecto en el que trabajé intensamente como hombre orquesta durante meses. Tomé fotos y algunos videos de las depencias del colegio y de algunas localizaciones exteriores (Cabanillas, Quer, el monte Gurugú de Alcalá...), bajé todos los personajes preeditados por los programadores, construí personajes estáticos y animados a partir de los propios alumnos y de héroes infantiles; busqué bandas sonoras de películas famosas y efectos de sonido, manipulé imágenes mediante programas que distorsionaban formas... Elaboré el story board y dediqué muchas horas a programar e ir probando poco a poco cada escena. Finalmente completé un corto de 40 minutos de una calidad más que aceptable.
La película, finalmente montada y editada en video, fue visionada en TV por todo el colegio, en pases por niveles; y si no fue un éxito espectacular, sí sorprendió gratamente a todos.
Diversas escenas del film:
La buena acogida hizo que el curso siguiente repitiera la experiencia aprovechándola entonces para implicar a dos alumnos con TGD (Transtorno Generalizado del Desarrollo), que tenía encomendados. A uno de ellos le encantaba el cine y dibujaba muy bien. Realizamos juntos el Story Board y, dentro de nuestros posibles personajes animados, creamos dos superhéroes con sus rostros y los correspondientes amigos y malvados. El villano, el mago Alcalosus (cuyo nombre guarda reminiscencias con el nombre de la localidad de Alcalá y los alcaloides de sus pócimas) será finalmente vencido por nuestros amigos y todo el colegio lo celebra. Así realizamos "Aventura el Nebrija II", que encantó a la gente y sobre todo a los dos protagonistas. Ya teníamos en proyecto "Aventura en el Nebrija III" (incluso habíamos rodado un trailer, que poníamos de propaganda antes de empezar el film, junto a la publicidad -que también publicidad tenía-) pero el logopeda, el hombre orquesta de aquellas animaciones, cambió de destino y terminó la saga de "Amarilla" (la protagonista).
Realizar 40 minutos de animación exigen muchas horas de dibujo y programación. Cuando pienso en todo el tiemp que empleé para esta efímera producción me sorprendo de haberla llevado a cabo (y querer continuarla). El hombre orquesta no estaba cansado. Más bien se había apoderado de él un extraño virus que le impelía a seguir tocando.
En el periódico del colegio (otra pieza también interpretada aquel año por nuestro hombre orquesta), quedaron relatadas las noticias sobre su preparación y estreno. Dedico una página especial de este blog a recopilar todo lo relacionado con este corto.
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