jueves, 14 de noviembre de 2013

El frigobici


Gallifante, caballena, cocorafa, ofimática... he aquí unos cuantos acrónimos, todos sugerentes, algunos ya de uso común, otros inventados. Yo me permito titular mi artículo de hoy con uno sencillito (casi una palabra compuesta) pero que encierra, para mí, un significado personal ligado a una de esas pequeñas anécdotas que son la sal de la vida.
Yo tengo una figobici que me va de maravilla. No me habría acordado de ella de nos ser por las insistentes noticias que sobre el cierre de la empresa Fagor electrodomésticos nos bombardean en el telediario.
Pasarán ya de seis años que nos compramos un frigorífico Fagor, modelo Innova. Se trata de un frigorífico combi no frost con un compartimento de congelación y otro de refrigeración que están conectados mediante un conducto vertical: el frío del congelador se transmite con ayuda de un ventilador desde la parte baja a la superior. Lucía la flamante categoría energética A (máxima eficiencia, mínimo gasto), eso fue uno de los motivos que nos indujo a la compra. El aparto funcionó bien durante unos meses hasta que empezamos a observar la acumulación de hielo en los cajones del congelador. A poco que nos descuidamos estos se habían apelmazado con bloques de hielo siendo imposible sacarlos. A con tinuación empezó a fallar la refrigeración del compartimento superior.

Solicitamos la asistencia técnica; aún estaba en periodo de garantía y la visita y piezas serían gratis. El técnico llegó y, pidiendo un secador de pelo, se aplicó durante cerca de una hora a derretir todo aquel agua solidificada hecha un bloque en torno a la parrilla de congelación. Realizó las inspecciones oportunas, testeó los circuitos correspondientes y finalmente llegó a la conclusión de que (por razones que no nos explicó) el conducto que comunicaba ambos compartimentos (refrigerador y congelador) se obstruía con hielo imposibilitando la refrigeración y acumulando un frío excesivo en el congelador. La continua demanda de los sensores del refrigerador mantenían el motor encendido y el congelador, superfrío, acumulaba más y más agua congelada procedente de la condensación del vapor de agua que entraba cada vez que abríamos su puerta. Con cierto aire resignado fue hasta su furgoneta y volvió con una resistencia eléctrica bastante flexible y protegida por una lámina plateada adherida a una plastilina adherente que aplicó en torno al orificio y conectó a algunos bornes de la circuitería para proporcionarla corriente. Lo que hizo, en definitiva, fue calentar el hielo provocando un doble gasto (al congelar y al descongelar pare de lo congelado) para mantener libre el paso de aire frío. Se despidió asegurándonos que esto lo solucionaría y que esta avería aparecía con cierta frecuencia en ese modelo. Lo que no nos explicó es que la "eficiencia energética de nivel A" había pasado a una "C" como mucho. Ahora su consumo sería mayor. Además ese arreglo de apariencia tan chapucera levantó nuestras suspicacias: ¡Mejor hubiera sido que se rompiera del todo, la garantía ofrecía un frigo nuevo en su periodo de vigencia!

Aquello funcionó durante un par de meses. La garantía se agotó en ese tiempo y el problema reapareció. Conociendo un poco ya de las causas del mismo, ni siquiera llamamos al técnico. Nos aplicamos a descongelar con el secador y volver a encender el aparato. Aquello funcionaba unos tres o cuatro meses, pero poco a poco los cajones del congelador se cubrían de un pátina escarchada y acaban soldadas con agua helada. Repetíamos el proceso y procurábamos abrir lo menos posible el compartimento; así duraba unos meses más. Mi mujer decidió que no era cuestión de vivir con un congelador en precario y empezó a insistir en la compra de uno nuevo. Yo, me resistía: - ¡Si el compresor funciona estupendamente!-  Finalmente, la presión llegó a tal punto, que tuve que ceder, pero le pedí una última oportunidad para intentar arreglar por mí mismo el aparato. Mi mujer, mientras tanto, empezó a visitar tiendas y a tomar notas de marcas y modelos. Ahora se decantaba decididamente por Siemens (lo siento por la empresa Fagor, en concurso de acreedores, pero estaba realmente cabreada).

Una tarde, tras un par de horas descongelando aquellos hielos soldados y tras desmontar el panel de la parte posterior que protege a la parrilla y al ventilador observé que el pequeño orificio de desagüe que comunica con el depósito de evaporación de la parte trasera parecía obstruido. Pensé que, quizás limpiándolo y manteniéndolo caliente para evitar que se taponara con hielo el vapor de la condensación no se helaría pues tendría vía libre para salir en forma de agua. ¿Y cómo conseguiría mantener el estrecho tubo drenado y caliente? La solución estaba en la caja del garaje donde guardo repuestos para la bici. Allí, junto a los parches, tenía algunos viejos cables de acero para frenos y cambios de marchas.  Introduje uno de aquellos cordones metálicos por el estrecho conducto y le hice un nudo, para evita su retroceso. Después por la parte posterior, lodoblé en V para que goteara sobre el recipiente de recogida del desagüe y el otro extremo lo arrollé a la rejilla de refrigeración del compresor (que siempre está caliente). Esto hacía bajar un nuevo peldaño en la escala de eficiencia energética, pero resolvía el problema.

El éxito fue total. Llevo más de dos años con funcionamiento perfecto. Mi frigobici va de maravilla. Y lo siento por Fagor, pero tener que arreglar "a la cubana" sus electrodomésticos no ayuda a confiar en la marca.

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