Madrid, capital de la basura:
tiene de cielo tu sed
ansia infinita y la hez
de flameantes motores
tu cielo no deja ver
ni deja oler a tus flores.
Mi capital, mi amargura,
montones de porquería
se amontonan en tus vías.
Por regular los empleos
hieden ya por doce días
las suciedades que veo.
La alcaldesa en su locura
les dice a los madrileños
que no pierdan más el sueño:
"No les costará dinero,
paga la empresa y su dueño;
¡Pero el impuesto lo quiero!"
Me desayuno leyendo en el periódico que para la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, el fin de la huelga sin materializar el ERE planeado por las empresas adjudicatarias ha sido posible gracias a la Reforma Laboral. Yo es que a esta botella la veo cada vez más medio vacía de argumentos y más medio llena de aire.
No seré yo quién esté en contra de los ERE, que en algunos casos son muy necesarios. Son, por ejemplo, urgentes en la clase política, en los puestos de libre designación, en los cargos creados "ad hoc" para sus serviles colaboradores. Podríamos conceder además su utilidad en las televisiones obesas de personal, el sector servicios de la Nobleza (realeza incluida), acaso en el ejército, posiblemente en el clero, etc. ¡Pero no en la recogida de basura...!
Madrid se mata. Tras un año de varapalos contundentes como el triste desenlace de la elección para los Juegos Olímpicos; el dudoso proyecto de Eurovegas; el derrumbe de su turismo en un año récord para España, el bajón en la actividad del aeropuerto de Barajas o la disminución de afluencia en el Museo del Prado; Madrid se está suicidando.
Queremos un ERE en el ayuntamiento, una regulación de empleo inmediata. Cabeza de lista: Ana Botella, por falta de productividad.
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