jueves, 7 de noviembre de 2013

Los Otros

“Queremos transmitiros una tranquilidad absoluta, ya que para que la vida escolar de vuestros hijos no se vea alterada, hemos exigido las siguientes condiciones que garantizan una independencia absoluta. Los horarios de entrada y salida del colegio San Juan Bautista serán distintos, y sus alumnos llegarán al colegio y lo abandonarán en autobuses… No se compartirá ningún espacio de manera simultánea, y los patios, que sí se compartirán, serán utilizados en horarios distintos”, 

Extracto de la carta enviada el día 23 de octubre por la dirección del colegio concertado Virgen de la Soledad a las familias de sus alumnos ante el traslado de 500 alumnos del CEIP san Juan Bautista que será urgentemente demolido.)


Los Otros





El día 4, llegaron los niños a las puertas de "La Mansión". En la soledad del vasto recinto, unos extraños carteles daban la bienvenida. Nos preguntábamos quién habría dejado allí aquellos mensajes pues ningún anfitrión nos recibió en la puerta. La Mansión parecía deshabitada. Ni un alma se veía en el recinto de oscuros ladrillos.

De repente, una bulliciosa algarabía infantil fue llenando de ecos los ventosos soportales. El aire helado cruzaba por entre las columnas donde se formaban las filas. Después, en medio del pequeño caos de la primera vez, subieron por las escaleras, desfilaron por los largos corredores... Atravesaron largos y aseados pasillos con cientos de paquetes y muebles amontonados contra las paredes. Cada uno llegó a sus habitaciones. Las aulas, desnudas tres días antes, aparecían ahora con las mesas recién trasladadas y montones de cajas se apilaban en los rincones. Las paredes desnudas, aún olían a yeso. Cada profesor colocó a sus alumnos en su sitio mientras estos, atónitos, lo observaban todo con ojos asombrados. Y comenzaron enseguida las clases en aquellos espacios recién alquilados, cuyos dueños desconocían.


Pasaron las primeras horas. Era difícil mantener la atención entre el intenso trajín de profesores buscando materiales, abriendo cajas, explorando pasillos en busca de la fotocopiadora... Cada poco, se abrían las puertas con comunicados y consignas ante aquella situación improvisada:

 - El recreo en un patio tan pequeño habrá que vigilarlo estrechamente, por favor estad todos allí.
 - No hay servicios en el patio: decid a los niños que hagan pis al salir.
 - Colocaros algunos en las escaleras que comunican los patios, no vaya a caerse alguno... 
- Que los de Primaria bajen por las escaleras después de los de infantil, no podemos dejar que se aglomeren 500 alumnos en un tiro de escalera tan pequeño... 

Surgían problemas por decenas, dudas a cientos; y el Equipo Directivo no daba más de sí. Incluso podían percibirse leves ojeras en sus rostros. El día anterior, domingo, habían pasado 10 horas organizando el traslado, marcando las aulas, disponiendo la secretearía, montando los equipos informáticos... El único teléfono en uso, un móvil adquirido por el centro, pasaba de mano en mano sin dar a basto. Faltaba tiempo, faltaban cables, faltaba información... y todo había de hacerse deprisa: ¡ya!.


Cuando los profesores visitaron La Mansión el jueves anterior, los espacios estaban vacíos. Las clases cerradas. Tan solo, a través del cristal transparente de la puerta se percibía su amplitud y soledad en medio de la oscuridad de las persianas cerradas. La puertas que comunicaban con los otros pabellones estaban cerradas a cal y canto. Tras una de ellas que, casualmente no estaba cerrada, encontramos un grupo de profesores de "los Otros" comiendo. Apenas los vimos una fracción de segundo: cerramos rápidamente con una disculpa.


Sabemos que "Los Otros" existen porque les vemos algunas veces en su enorme y precioso gimnasio: allá lejos, en el fondo del bello entarimado, juegan con su profesora. También percibimos su presencia por las huellas que dejan en el patio: las papeleras aparecen llenas de briks y envoltorios de bocadillos. A veces oímos suaves murmullos o voces lejanas tras las puertas al final de algún pasillo.


A mediados de semana hemos visto, por fin,  algunos de "los Otros". No son muchos y van muy callados normalmente. Sus profesores les insisten en que no nos molesten. Aparecen en la puerta del pasillo con sus uniformes de jersey rojo, su polo blanco, sus faldas escocesas y sus pantalones grises. Pasan en fila junto a la tutoría que ocupo camino de su sala de conferencias que está en el mismo pasillo. Al llegar a la altura de mi puerta miran asombrados las cajas apiladas, los armarios con libros... y se dicen bajito entre ellos: "Eso debe ser la biblioteca de Los Nuevos". Les saludo y me responden tímidamente, desconcertados.

Hoy, uno de Los Otros, un profesor se ha dirigido a mí. Me quedé tan sorprendido que tardé en reaccionar. Con una sonrisa me preguntó que tal lo llevábamos: ¡Los otros existen!.



1 comentario:

  1. Varios años más tarde otra historia comienza en circunstancias similares (Se derrumba una fachada de un colegio concertado en ). En la sección de cartas al director de El País, el lunes 10 enero de 2022, un lector al tanto de aquel hecho recuerda estos sucesos al hilo de esta situación similar.

    CARTAS AL DIRECTOR
    El País lun., 10 ene. 2022

    Clasismo

    Deseo que el alumnado del colegio público concertado San Vicente de Paúl, que se ha quedado temporalmente sin clases en Gijón por el trágico derrumbe de su techo, tenga suerte y sea bien recibido en cualquier institución educativa pública, y no tenga que sufrir el rechazo de una comunidad clasista como la que recibió a regañadientes a unos alumnos provenientes de un colegio público en Arganda del Rey (Madrid) hace unos años en circunstancias similares. Recordemos que un colegio concertado está pagado íntegramente con fondos públicos, aunque muchos de sus usuarios actúen con patente de no segregacionismo.
    Joaquín Martínez Romero
    Arganda del Rey (Madrid)


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