Pero, de vez en cuando, aparecen fotos inesperadas que remueven los recuerdos y sorprenden desde el pasado. He aquí algunas que sintonizaron algún canal de mi memoria. Están tomadas de la cuenta de facebook "Burgos en la memoria", excelente idea que recopila antiguas fotografías de Burgos a partir de viejos álbunes particulares, auténtica joya con muchos kilates para el recuerdo:
Las castañeras. En los soportales de Antón, en el entorno del Arco de Santa María y en otros lugares de Burgos; ocupaban su rincón nada más empezar el invierno. En sus diminutas casetas, calentadas por las brasas con que asaban las castañas, pasaban las horas a la espera de que alguna mamá comprara un cucurucho de aquellas frutas asadas para sus hijos. Calentitas, con el agradable perfume de su almidón tostado y su corazón abierto para que no estallaran al fuego, aquellos frutos cocinados sobre la rejilla de un bidón estaban deliciosos. Y, por un momento, calentaban las manos ateridas por el gélido invierno burgalés. Aún siguen ahí, apenas renovado su rústico tenderete. Al final del paseo del Espoló, junto al Arco de Santa María, una estatua de metal las recuerda.
Al final calle ciega del Cordón, frente al palacio de los católicos Reyes Isabel y Fernando, estaba el cine Cordón. Muchas veces fue el destino de las tardes de domingo. Era el más próximo a mi casa y no había semana que no me acercara para ver la cartelera . Creo que la última película que vi allí fue "La naranja mecánica"; acompañaba a una joven prima de Madrid que estudiaba en un internado y quise impresionarla.
Aún deben quedar restos de mocos en los cristales de este escaparate, tantas veces apoyé en ellos la nariz en el frío invierno burgalés. Cada vez que pasábamos por allí, y sobre todo, ante la llegada de los Reyes; era parada obligada donde hacíamos esperar a nuestros padres un buen rato. Pese a las prisas tenian que ser comprensivos: no se podía resistir la lúdica cornucopia de esta juguetería.

Si Chapero era la juguetería de la abundancia, Garce la de las sorpresas. En apenas una esquina el local estaba colmado de juguetes hasta el techo. Fue otro lugar de paso obligado en los paseos de la niñez. Era curiosos encontrar esta juguetería en el centro de Burgos, justo en la senda de los elefantes, el paseo de chateo donde la gente acababa trompa.
El Museo Provincial ofrecía pasar unas horas a un precio módico (puede que fuera gratuíto, no lo recuerdo bien). Era un excelente museo en el que en una ocasión nos presentamos para que nos informaran sobre una moneda "romana" que habíamos encontrado en el circuito de motocros de San Isidro. En realidad la moneda eran 8 maravedís, pero a nosotros nos parecía el tesoro de Troya.
Poderosamente evocadora, esta foto muestra un de los juegos más emocionantes de mi infancia: resbalar por las "potras" de hielo. Aquí se ha aprovechado el cauce de un riachuelo (el dueño de la fotografía afirma que es el Arlanzón, pero muy pequeño me parece a mí). Nosotros las hacíamos en el patio del cole y en las aceras. Podían llegar a tener más de veinte metros de longitud. Cuando nevaba apisonábamos la nieve pisándola con los pies y formábamos un largo pasillo; una vez endurecida resbalábamos por ella formando la "potra". Uno tras otro nos lanzábamos a resbalar por ellas con una excitante alegría.
Las Barracas (la feria) se instalaba en el Paseo de la Quinta, bajo los viejos olmos. Una blanca pelusa cubría a veces aquel paraje haciéndolo casi inflamable la celulosa de las semillas algodonosas. Los espectáculos y diversiones ocupaban un amplio espacio bajo los árboles. El ruido era atronador y el suelo estaba cubierto de papeletas desechadas impresas con cartas de la baraja. Coleccionábamos aquellas papeletas por centenares con la esperanza de conseguir combinar la serie ganadora, cosa que nunca conseguíamos, ¡pero parecía tan fácil...!
Las canteras de Hontoria del Pinar surtieron de buena piedra a las principales construcciones burgalesas. Creo recordar que son fosilíferas (pequeños crustáceos marinos las formaron en eras pretéritas). Su blanca caliza proporcionó los sillares de la catedral lo que da pie a decir que está construida sobre millones de cadáveres. Estas viejas canteras, hoy abandonadas, sirvieron de polvorín al ejército durante años. Cuentan que la sonoridad en ellas es extraordinaria. Serías un buen lugar a rescatar (por ejemplo como auditorio) pues el deterioro, el humo y la basura inundan actualmente el lugar.
El cine Rex ocupa un lugar preferente en mis recuerdos. Lo ha ganado por la cantidad de horas que pasé dentro de esta sala. Este cine, de sesión continua y precios módicos, es recordado con cariñó por los viejos cinéfilos burgaleses como yo. Somos muchos los que recordamos aquellas sesiones dobles, las colas para entrar (si el cine estaba lleno había que esperar a que acabara alguna película y saliera la gente para poder acceder), los bocadillos entre escena y escena, el acceso a las butacas atravesando la sala a pie de pantalla donde se recortaba tu silueta y quedabas deslumbrado... El espectáculo empezaba con el sol de media tarde, pegando fuerte a eso de las 5, y acababa a las 11 de la noche cuando a la salida, después de ver cuatro películas (repetíamos dos veces la sesión doble), emprendíamos el regreso a casa por las calles ya iluminadas por las farolas.
Pilar, la mujer madura que vende chucherías en su pequeño puesto en el Espolón, debía ser una institución hace más de 50 años. Como también lo eran una pareja de ciegas que vendían su décimo por el centro de la ciudad, las castañeras, los soldados de capitanía... Algunas veces, de niño, (no muchas, éramos muy pobres) he comprado algún chupachús o caramelos en estos pequeños puestos. También, en contadas ocasiones, adquirimos barquillos a los vendedores ambulantes. Uno de ellos siempre se situaba en el centro del Espolón, cerca del kiosko de los músicos, en el otro lateral de las escaleras que comunicaban las dos avenidas longitudinales del paseo.
A la actual calle Progreso (Antigua Calle del General Mola) daba una de las fachadas de mi colegio: el Liceo Castilla. Una calle mil veces recorrida de la que conocía cada esquina, cada portal y cada comercio. En el extremo cercano al instituto Cardenal López de Mendoza había una tienda de chucherías y pequeños juguetes cuyo nombre no recuerdo bien (¿La Antigua, quizá?). Algunos de mis compañeros vivían en esa calle y en ella estaba también la entrada a unas instalaciones del Círculo Católico de Obreros, en cuyo salón vi infinidad de películas a razón de 3-4 pesetas la butaca.
El gran teatro era un cine caro para mi presupuesto. También se montaban allí espectáculos teatrales, zaruelas, y otros eventos. Era el más elegante de la ciudad. Yo lo recuerdo porque en él se celebraban los festivales anuales del colegio Liceo Castilla. Tengo una hermosas historia contada en este blog sobre uno de ellos: "La flor"
Una de las calles más animadas de Burgos, la calle Sombrerería, siempre ha sido lugar de cita , de paso obligado y alterne. Aquí cerca está el restaurante Froilán cuyas bravas han gozado de preferencia en mi paladar durante años, aunque le siguen de cerca las del mesón Burgos, justo en frente, para que reboten los parroquianos en sus rondas los domingos.
Los títeres de Karraskedo, llenaron muchos días infantiles de magia. Una ingente chiquillería nos apretábamos al pie del teatrillo de títeres para seguir las aventuras de Gigantín, el simpático héroe que repartía estacazos con una cachiporra que sonaba con fuertes palmetazos. Leo por ahí que Karraskedo ha seguido trabajando en este pequeño pero importante arte dramático. Sé que fundó una escuela donde enseñaba su oficio, que ha actuado en varios continentes, que tiene una extrordinaria colección de títeres... se impone una visita. Se lo debo por los buenos momentos que pasé junto a mis hermanos desgañitándome a voz en grito para animar a mi pequeño héroe e informarle del acecho del demonio, del lugar por donde huyó el malvado o el sitio del escenario donde estaba escondido el terrible monstruo.
La iglesia del Carmen, de la congregación carmelita, era un de las más cercanas a mi casa. Mis padres acudían a misa allí de vez en cuando con nosotros cuando éramos muy pequeños. Apenas recuerdo la vieja iglesia, hace tiempo derruida; sí, en cambio, un bello altar con la virgen del Carmen y un Niño Jesús de Praga que mis padres admiraban. Tal es así que, incluso participe en una de las procesiones vestido orgullosamente de soldado escolta de la carroza. Cuando tiraron la vieja iglesia para construir el templo,que aun hoy en día destila modernidad, recuerdo vivamente el tallado de la enorme talla del cristo crucificado situado justo bajo el techo, en el lugar más alto de la iglesia, sobre el altar. A partir de un tronco gigantesco lo tallaron con hachuela a pie de calle, frente a la entrada. Poco a poco tomaba forma: los rasgos de la cabeza adquirían de un día para otro un aspecto triste y atormentado que me impresionaba. Intimidaba contemplar aquel descomunal Jesucristo con gesto de dolor y miembros torturados. Luego, izado en lo alto, perdía mucho de aquella potencia que me espantaba y atraía a un tiempo.
El I Festival Internacional de danzas de 1977 me trae recuerdos de mi época de estudiante de magisterio de 3º curso. Andaba, por aquellos años, interesado en la fotografía. Había comprado mi vieja cámara kodak retinete y estaba a la caza de eventos donde probar mi afición. Yo estoy entre el gentío, probablemente en la primera fila haciendo fotos de los grupos participantes. Algunas de ellas, ese mismo año, las presenté al concurso fotográfico que organizó la agrupación fotográfica burgalesa.
En primer plano el instituto Cardenal López de Mendoza, muy próximo a mi casa en Barrio Gimeno. Las paredes de granito de su fachada están recorridas en su base por una línea de sillares cortados en bisel que proporcionaban uno de los juegos más estimulantes de mi infancia al subirlos, recorrerlos y bajarlos innumerables veces. En uno de los costados había una reja que permitía ser traspasada por nuestros delgados cuerpecillos dando acceso a un estrecho patio cerrado. Fue uno de los territorios de la infancia. Allí cacé un pájaro a mano, sólo persiguiéndolo por aquel corredor (he de resaltar que no era un polluelo: cuando lo solté voló perfectamente).
Tras la tapia que se percibe en el frente de la foto se encontraba el salón de actos que fue sede del cineclub burgalés durante algunos años. Como en todos los cineclubs disfrutábamos allí de películas fascinantes. En mis recuerdos, por aquella época eran de tema social; muchas de ellas rodadas en Latinoamérica.
Emocionante para mí esta estrecha escalera metálica en el interior de uno de los chapiteles octogonales de la catedral de Burgos. Mucha gente no sabe que, en los primeros años de la década de los 60, aún se podían visitar las delicadas agujas creadas por Juan de Colonia en el s. XV a las que se accede por una pequeña puerta al lado del pórtico de entrada en la Puerta de Santa María. Recuerdo haber subido en una ocasión con mi padre por esta escala metálica temblando de miedo, pero encantado con la aventura. Muy pocos pueden decir lo mismo.
SOBRE ENLACES A IMÁGENES Y RECUERDOS
- Hay infinidad de fotografías (y la colección va en aumento) sobre el Burgos antiguo realizada con contribuciones de burgaleses y allegados a la ciudad en una cuenta de facebook. He pasado una tarde entera visionando una tras otra esta maravillosa colección. Imágenes impensables que había dado por perdidas, calles que ya no existen, profesiones olvidadas, espacios que desaparecieron... vuelven a la vida con ella. Muchas gracias a los altruistas colaboradores de Burgos... en el recuerdo.
- El Burgos de los años 80, con un recuerdo especial para mi antiguo colegio,el Liceo castilla, tiene un huequecito en Bolgochentaburgos.
- Muchos artículos sobre Burgos y porvincia y algunas joyas sobre nuestra infancia en Memorias de Burgos
- Fascinante e interesantísima página sobre la promoción del 57 del Liceo Castilla con valioso material, excelentes trabajos y esmerada recopilación de anécdotas y costumbres de la vida escolar de aquellos años. El grupo de exalumnos aún sigue reuniendose en la actualidad.
- Existe en Flickr varios álbumes con execlentes colecciones de fotografías de Burgos: Postales de Burgos: ciudad imaginaria., Burgos, ciudad imaginaria,
- Existía, hasta hace algunos años, una página de memorias de José Mª González Marrón. Llevaba por título "Burgos en mi memoria... En blanco y negro". Hoy ha desaparecido. Me llamó la atención porque, aunque bastante mayor que yo, describía muy bien el ambiente y lugares burgaleses de mi infancia. Afortunadamente hice una copia, pues merecía la pena. Hoy en día la he buscado y no aparece. Sin embargo su nombre aparece frecuentemente asociado a libros y publicaciones burgalesas.

Esta obra de Jesús Marcial Grande Gutiérrez está bajo una

















_2.jpg)




Es muy emocionante compartir los mismos recuerdos. Muchas gracias
ResponderEliminarGracias, Marta, por tu comentario. Tu pequeño esfuerzo también me produce, créeme, una pequeña emoción.
ResponderEliminarEncantado de provocar emociones. De eso se trataba.
Gracias por transportarme en un momento a mi niñez y juventud.Yo vivía en los alfareros,que te voy a decir del circuito de San Isidro.Mi colegio también fue el Liceo Castilla.Por cierto,esa fachada estaba en la calle Concepción.
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias
Yo si puedo decir que he subido al balconcillo de las agujas de la Catedral, no una, si no varias veces, pues acompañaba a mis familiares que venían de Francia y
ResponderEliminarsiempre les gustaba hacer una visita a nuestra hermo-
sa Catedral.
Ya quedamos pocos que lo hicieron... ¡Me siento importante!
EliminarHola Jesus, buscando las memorias de J.Mª Gonzalez
ResponderEliminarMarrón, que también las tengo impresas, he dado con
tu blog y desde hoy me he convertido en seguidor, pués
me gusta mucho recordar como era Burgos y como se
ha convertido en una bonita ciudad. Un saludo
Hola, Carlos; un saludo y gracias por comentar en este blog.
ResponderEliminarSiempre es agradable comprobar que a algunas personas les agrada lo que escribes, les desatas un recuerdo olvidado o les emocionan las mismas experiencias que experimentaste. Y siempre es de agradecer que se tomen la molestia de escribir una lineas para comunicártelo. ¡No sabéis lo importantes que son! Escribir es una pasión, pero todas las pasiones se consumen si no se alimentan. Gracias de nuevo por vuestra llama.
Hola Jesús, gracias por tus palabras. Mirando mas detenidamente tus escritos y comentarios sobre el instituto cercano a tú casa, creo que su nombre es Cardenal López de Mendoza, por si quieres corregir.
ResponderEliminarHola, Carlos.
ResponderEliminarGracias por tu aclaración. Había citado dicho instituto bien en otro párrafo. Paso a corregirlo.
con mucha emocion mis padres se fueron a francia en 1966 y con unas lagrimas me recordado mi niñez mi juventuz .......................
ResponderEliminargracias gracias ............... me llamo Ricardo Muñoz
Hola, Ricardo. Un saludo y gracias por comentar.Los blogueros vivimos de vuestros comentarios.
EliminarMe resulta sorprendente la aceptación de este artículo. Esta claro que burgos tira mucho y que la infancia es una etapa que deja recuerdos indelebles en la vida. Me alegro de provocar emociones en vosotros con mis recuerdos, emociones que comparto.