Pisando teclas, jugando a una adulta rayuela de teclado, compongo una nueva entrada. Me quedan 362 en este año de remontes esperados.
Piano de las palabras, edito mi música verbal, mi melodía lingüística, esperando componer alguna melodía con esta máquina sintáctico fonológica que mueve engranajes neuronales en el laboratorio del área de Broca.
Los dedos se apiñados sobre la pluma se dispersan ahora sobre el teclado. Acarician las suaves almohadillas de las teclas, palpan la leve depresión donde apoyan sus yemas sensibles y , en un impulso casi musical, ejercen la suave presión que ejecuta la melodía del verbo.
Esta obra de Jesús Marcial Grande Gutiérrez está bajo una
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