miércoles, 2 de septiembre de 2015

Aquilimojes



Aquilimoje es posiblemente tan solo un localismo de la localidad donde nacieron mis padres: Ayuela de Valdavia, en el norte de Palencia. Es una palabra que emplea mi madre con frecuencia, aunque no estoy seguro de que la usen de la misma manera el reto de los vecinos. posiblemente es una corrupción del vocablo "ajilimoje": "Salsa hecha con una base de ajos" (en una primera acepción) y "revoltijo omezcla de cosas diversas" (en la segunda). Ajilimoje sí aparece en el diccionario de la RAE, pero "aquilimoje" no aparece, ni tampoco en las búsquedas de los principales buscadores de internet.

Estas expresiones, asentadas en regiones o localidades enteras, en familias concretas o usadas por personas particulares obedecen a errores en la percepción de una palabra o contaminaciones semáticas o fonológicas de la misma. En este caso, probablemente, derive de asimilar el adverbio "aquí" que sustituiría a "aji" que hace reiterar por dos veces el sonido "j" en la misma palabra. O quizás fuera empleado inicialmente como una descripción de el hecho de untar en la salsa: "aquí lo mojes". Sea como fuere, mi madre lo emplea así, y constato que en el pueblo otras personas también lo hacen.

Son curiosas estas expresiones rurales. Algunas son auténticas joyas que remiten sugerentes a situaciones históricas repetidas como "atropar" (Juntar gente en tropas o en cuadrillas, sin orden ni formación) en una primera acepción con un clásico proceso de formación de un verbo a partir de un sustantivo y que, en una segunda acepción, por generalización se extiende a todo tipo de objetos del ámbito rural (Juntar, reunir, especialmente la mies que se recoge en gavillas o el heno que antes se ha esparcido para que se seque) .

Fuera del ámbito de la aldea, a muchos les choca su empleo. Un primo nuestro (maestro albañil) nos contaba que habiendo sido contratado para dirigir una obra a una cuadrilla le encargó apresuadamente a uno de sus operarios ante unas piedras desperdigadas: "atrópame esos cantos".  El pobre peón quedó allí de pie sin saber qué hacer hasta que volvió a pasar minutos después y le explicó que debía recogerlas en un montón.

Aquilimojes, pues, forma parte de nuestra jerga particular. Así que mi madre exclama cada vez que observa que añadimos demasiadas especias al cocinar para su gusto: - ¡no pongáis tantos aquilimojes!; o protesta enfadada cuando contempla nuestra habitación llena de trastos desordenados: - ¡quita esos aquilimojes de ahí!; o cuando ante un plato demasiado complejo pero sabroso nos dice: - Así que sepa rico es fácil: ¡Como que la mejor cocina es una buena despensa...! ¡Claro, echando tantos aquilimojes...!

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