jueves, 26 de enero de 2017

Autorretrato


Autorretrato.

De unos padres marrón castaño y de madres azul marino nacieron mis ojos verdinegros, mi gracia más preciada. De las ondas del pelo de mis progenitores heredé algún gracioso bucle ensortijado que me colgaba del flequillo en mis años jóvenes, ahora mi frente se agranda hasta lo alto de mi cabeza desertizada, solo con alguna rala vegetación aclimatada, no sé cómo, a sobrevivir en las cumbres que ya empiezan a estar nevadas. La frente amplia, que insinúa mi comportamiento cerebral y mi gusto por el intelecto. Las cejas, pobladisimas, tienden a unirse dándome un aspecto torvo: "unijuntas" que están, como diría la pequeña Verónica, una niña curiosa a la que aprecio. A su abrigo, asoman unos ojos tristes y misteriosos, replegados, hundidos por fuerza de una miopía antigua. Un epitelio ligeramente hinchado forma leves bolsas bajo ellos que se vacían un poco tras una ducha madrugadora. Alguna verruguilla se insinúa en los párpados vigilada atentamente por la mirada de su dueño que no quiere que prospere más de lo estéticamente conveniente. La cara está flanqueada por unas orejas grandes, salientes como de soplillo, con el lóbulo unido a los pómulos. En medio del rostro sobresale una nariz algo más gruesa que la media, ligeramente hinchada. Montan sobre ella, despreocupadas desde la infancia, las sempiternas gafas. Más abajo, una boca reacia a la risa pero propensa a la sonrisa.
Esta boca está enmarcada por unos labios más bien pequeños siendo el superior algo más fino. Cuando se abren muestra unos dientes, no tan níveos como quisiera, pero que aguantan aún en formación, sin bajas. Uno de ellos resultó herido por una pedrada en la niñez que lo dejó mutilado largo tiempo. Ahora, reconstruido,  aún acostumbra a ocultarse de las miradas ajenas y evita mostrarse con franqueza. En la actualidad este nacarado castillo sigue en pie, sin falsas torres postizas que rellenen roídos paredones, pero se sabe minado por la labor de zapa de bacterias que socavan sus cimientos y, a milímetro por año, ahondan el foso de las encías. Cuando se la deja crecer, asoma en el rostro una barba hirsuta, rasposa, que hiere sin intención las pieles delicadas que la besan. Las orejas grandes, salientes como de soplillo, con el lóbulo unido a los pómulos, rareza que comparto con muy pocos.
El cuello grueso, la nuez marcada, los hombros no muy anchos. Los brazos y el pecho velludos lucen su pilosidad sin vergüenza pues han aprendido que resultan atractivos, algunas espontáneas caricias se lo demuestran. Las manos cortas, de pulso firme, muestran dedos hábiles y flexibles. Son dedos acostumbrados a los instrumentos de escritura más que a las herramientas de los trabajos duros.
Un lejano partido fútbol está en el origen de una rodilla casi siempre hinchada. Aquel menisco roto sufrió, con injustificada urgencia, una fracasada operación a cargo de un galeno inexperto y me dejó en recuerdo una bolsa de líquido sinovial a un lado de la rótula que se llena apenas me esfuerzo un poco.
Todo el edificio corporal se sustenta sobre unas plataformas de sustentación desniveladas, que encajarían mejor en el parteaguas de un tejado. El pie izquierdo porta un juanete nacido en la madurez y que ha dejado obsoletos muchos pares de zapatos. Los cuatro dedos más pequeños se agazapan y retroceden ante el empuje del dedo gordo que se escora fuertemente hacia ellos. Todo ello hace que, desde niño, los pies tiendan a segar el suelo cual hoja de guadaña. Con voluntad férrea, dese muy pequeño, aquella personita se comprometió a realizar ejercicios y posturas de compensación y de esta manera se obligó a sí mismo a dormir separando las puntas de los pies hacia extremos opuestos.
De constitución llamada "atlética", este cuerpo mío difícilmente ganaría olimpiada alguna. Se conformaría con participar sin brillo en las competición de mantenerse en forma día a día. El último trayecto de ricos platos y cervezas tienen parada en la barriga donde se van almacenando poco a poco los frutos de la gula. De vez en cuando, esos depósitos se aligeran con sesiones de ejercicio, pero cada vez es más difícil vaciar estas reservas innecesarias.
El cuerpo en el que habito aborrece los adornos y añadidos: no tolera anillos, pendientes ni relojes; abomina de piercings y tatuajes... Odia embadurnarse de crema alguna. Tolera malamente desodorantes por deferencia a los semejantes y raramente se perfuma. Usa jabones en justa proporción, nunca exagerando su uso. Le gusta cubrirse con ropa cómoda y poco llamativa. Admite, apenas, unas gafas y un par de audífonos porque no le queda más remedio.
He auperpuesto la máscara de Dimitros sobre mi fotografía. Así posado contra este patrón de perfección mi rostro se comporta como un traje desajustado, fuera de talla, producto de mercadillo; donde las costuras aparecen a la vista en vez de escondidas en los pliegues naturales. No me acerco al canon de belleza, ni mis medidas se ajustan a la sección aúrea. Enfoco el móvil de mis sobrina con su celebrado programa de "adivinar años" y hago un selfi a mi cara: tras activar su software me asigna 65 (seis más de los cumplidos); ni siguiera la caritativa resta de años introducida en sus algoritmos para agradar el ego del usuario, logra bajarme de los 55 hasta el cuarto intento.

Ya no me gusto en las fotos. Cada vez me hago menos. Empiezan a irritarme. Evidentemente he comenzado a deconstruirme.

9 comentarios:

  1. Hace rato regresé del trabajo y estaba revisando facebook y me llamó la atención lo que publicó un compañero de la prepa... dice que se va acercando, pero le faltan mínimo 5 años, en fin, me hizo reír mucho, te lo dejo:
    ��
    YA ME VOY ACERCANDO...
    Si usted ya llegó a los 60 años o está por llegar, cuídese de todo, de todos y de todas. Usted ha llegado a una edad tal, que no es otra cosa que la época en que todo comienza a arrugarse, agacharse y aperezarse; es el indefectible e incontenible inicio del declinar de la existencia.
    No se trague el cuento de que usted está en su mejor edad. Eso fue a los 30 y a comienzos de los 40, cuando repetir de todo no sólo no hacía daño, sino que era posible y hasta motivo de orgullo y de jactancia.
    Pero a los 60 "repetir" es palabra maldita y prohibida.
    Veamos:
    ¿Repetir matrimonio? ¿Con qué y para qué tiznados?
    ¿Repetir frijoles? ¿Y las flatulencias qué?
    ¿Repetir el acto sexual? Será dentro de una semana (con suerte).
    Después de los 60, no hay vuelta posible:
    ¿Volver a empezar? ¿Con qué tiempo?
    ¿Volver a ser papá? No invente compadre.
    ¿Fiesta hasta el amanecer? Muerte repentina.
    ¿Volver a trotar? Infarto seguro.
    ¿Volver a nadar? Será flotar.
    ¿Volver a cantar? Te ahogas, mi vida.
    ¿Beber como antes? Ahí viene la cirrosis.
    Después de los 60 todo es grave, de cama, de muerte.
    Un catarro es una Bronquitis.
    Un resfriado, Neumonía
    Una tos, Tisis.
    Un barro, Cancer
    Un golpe, un Hematoma.
    Un chicharrón, diente perdido.
    A partir de los 60:
    Un dolor de cabeza es un Derrame.
    Un dolor en el pie, Gota.
    Dolores en las manos, Artritis.
    Un olvido pendejo, mal de Alzheimer.
    Una tiritada, Parkinson.
    Un estornudo, Rinitis.
    Una oclusión intestinal después de los 60, es Cáncer de Colon.
    Tener sed, Diabetes.
    Una libra de más, te causará Escoliosis.
    Una libra de menos, ¿será Leucemia?
    Una orinada a media noche, Próstata.
    A los 60, lo que no crece se cae o no funciona igual. Aquél que les conté, por ejemplo, fiel cómplice de ternuras en otros tiempos, es ahora un perezoso y desvergonzado, especialista en contradecir tus arrestos, haciéndote quedar muy mal.
    Se cae el pelo.
    Se caen los senos.
    Se caen las mejillas.
    Se caen las nalgas.
    Crecen pelos en la barbilla, en las orejas, en la nariz.
    Los ojos no te permiten leer sin una lupa.
    Los brazos se vuelven gelatina.
    A los 60 todo es peligroso:
    Sonarte fuerte, hemorragia nasal.
    Visión borrosa, Cataratas o Glaucoma.
    Cera en los oídos, Otitis.
    Insomnio, Ataque Depresivo.
    Un pelo en el peine, Calvicie.
    Dolor en la nuca, Osteoartritis.
    Y no se te ocurra subirte más en las escaleras.
    Si después de los 60, usted se despierta y no siente nada, es porque se murió.
    Si se le daña el estómago, le tienen que poner suero.
    Si le ponen trabas al renovar el seguro de vida, consiga un siquiatra.
    No es por mortificar.
    Pero es mejor que sea consciente de lo que le espera, para que vaya organizando su testamento y escogiendo un buen lugar en su cementerio favorito, luego, claro, de haber pasado su temporada en el asilo que seleccionaron sus hijitos queridos.
    Piense. Hágalo en serio. No sea que a su pobre familia le toque decidir todas estas cosas en momentos de apremio. Claro, puede que llegue a los 80; pero no le recomiendo confiarse demasiado y en todo caso, nunca será lo mismo.

    Y aquí te dejo, porque es hora de echarme mi polvito, aunque sea de Metamucil o Mexana y aplicarme linimento por todos lados.

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  2. En cuanto a lo de las fotos que dices, creo que a todos nos va pasando eso de que no nos gustan.....ni modo, ley de vida!

    Me ha llamado la atención lo de las orejas....eso de tener el lóbulo pegado a los pómulos es raro??????? O: jijiji primera noticia!

    =)))

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    1. Posiblemente una de cada diez personas, más o menos, tiene el lóbulo pegado a la cabeza... Está característica está regida genéticamente por un alelo recesivo. Es una simple curiosidad . Hay personajes famosos como Ángela Jolie o Nathalie Portman que los tienen...

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    2. Y yo!!! Jaja por eso me sorprendió el dato de que fuera raro jeje

      =)))

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    3. Jesús, ayer me reuní con mis hermanos y salió sin querer el tema del lóbulo pegado pero mi hermana mayor creo que dijo lo contrario, que era raro tenerlo despegado, ella lo tiene despegado, entonces le pregunté a los otros tres y qué crees??? jijiji de los cuatro, sólo una lo tiene despegado y tres lo tenemos pegado!!! :DDD

      Saludos =)))

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    4. jajaj perdón, de los cinco, sólo una lo tiene despegado.....se me chispoteó! :P

      ;)

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  3. Jesús, se me ha pasado decirte que, qué divertida forma de mostrarte, ya con eso me doy una muy buena idea de ti, aunque más que por lo que dice, por cómo lo dices....

    =)))

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    1. Intento reirme un poco de mis imperfecciones. A veces exagero un poco, pero para restarlas importancia. Y no pongo la foto por el tema de la privacidad en internet... ¡Que cada uno me magine como quiera! (Eso sí: la descripción se ajusta a la verdad, aunque dejo mucho margen para interpretarla... Las comparaciones y metáforas permiten esconderte detrás de esas figuras literarias)

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