El
autógrafo
Él se acercó a la actriz y realizó su petición con una mirada suplicante. La joven actriz le sonrió y además garabateó una dedicatoria en la libreta.
Risueño, vino a enseñarme su precioso tesoro. A mí me disgustó encontrar una dedicatoria ajena en "mi" autógrafo. Puse mala cara. Mi hermano, alertado por el gesto, me urgió que se lo devolviera.
-Pero, ¡si te he mandado yo! Te envié para que le pidieras un autógrafo para mí...
Él reclamaba enrabietado su trofeo.
- ¡Dámelo, es mío!
Entonces, preso de la ira, rompí el papel en pedazos. Él se deshizo en lágrimas de furia e impotencia. Yo sentí pena por su tristeza al tiempo que irritación por su inoportuna rabieta. Cuando me pidieron explicaciones en casa nadie pareció entenderme. En el aire sonaban implacables, las palabras:
- Eres un egoísta... egoísta... egoísta...
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