Llegó diciembre. Las ciudades tienden anuncios luminosos sobre las calles. Los centros comerciales preparan su arsenal de regalos y juguetes... ¿Dónde está el espíritu de la Navidad? ¿Acaso habita en el Corte Inglés?... Pues parece que sí...
Os invitamos a leer este pequeño realto navideño. Doy fe de que es verdad. Me lo han contado los protagonistas.
Os invitamos a leer este pequeño realto navideño. Doy fe de que es verdad. Me lo han contado los protagonistas.
En el departamento de publicidad del Corte Inglés se respiraba un ambiente de euforia. El Catálogo de Navidad del 2012 estaba terminado. La maquetación era soberbia: dos centenares de hojas repletas de cuidados diseños, espléndidas fotografías, atractivos rótulos y llamativas ilustraciones se apilaban en perfecta disposición en bloques de hojas fírmemente apretadas y guillotinadas con especial cuidado para ofrecer un prisma delgado y perfecto en papel satinado de buena calidad. Los diseñadores habían recibido incluso la inusual felicitación de sus jefes por la calidad del producto. En los puntos de información, en los mostradores principales; se acumulaban ya centenares de catálogos a la espera de ser solicitados por potenciales clientes que, rápidamente, se sentirían atraídos por los productos seleccionados. Las ganancias obtenidas con esta inversión publicitaria compensarían con creces el elevado coste económico de los lujosos catálogos.
Pocos días después, una madre se acercaba al mostrador de información del gran centro comercial en Sol:
- ¿Me puede dar un catálogo, por favor?
La empleada le contestó con cierto embarazo:
- Lo siento, no nos queda ninguno. Este año se han acabado enseguida. No sabemos qué ha pasado pero ya no nos quedan...
La madre sí lo sabía. Ella, como muchos otros iniciados, buscaba los caros e inútiles catálogos para un fin más hermoso. Decenas, acaso centenares, de niños hospitalizados, se entretenían en esos momentos en fabricar originales y hermosos árboles de navidad con las lujosas encuadernaciones. Se ganaban con su paciencia y su ilusión una sonrisa en pago a su paciencia doblando las hojas una a una, en tres dobleces repetidos, en un gesto casi infinito pero que se hacía grato y alegre, mientras veían una película por la tele. Hermosos árboles de navidad lucirían en las habitaciones y las casas de sus amigos. Serían su personal regalo. Un regalo inadvertido del Corte Inglés que ellos supieron aprovechar mejor que nadie.
A veces nos sorprendemos con ciertos relatos y esta vez ha sido así.
ResponderEliminar"Relato realto". Saludos navideños.
Ya lo digo... es verdad. El arbolito en cuestión lo hizo Alberto con un catálogo del Corte Inglés.
ResponderEliminarSaludos, Manuel. Gracias por comentar. (Vi la foto de la presentación de tu libro de poemas y leí algunas crónicas... creo que todos tus alumnos estuvieron allí...)
A la presentación acudieron muchas personas. Me dijeron en la biblioteca que tuvo bastante éxito ya que la sala estaba llena y en otras presentaciones viene el autor del libro y poco más.
ResponderEliminarRespecto a los alumnos de mi clase que vinieron, no acudieron todos lo que pasa que con los niños que vinieron y los mayores que les acompañaron ocuparon bastantes huecos en la sala.
Saludos