sábado, 6 de febrero de 2016
La caverna
Condenado de por vida en la caverna, un tal Platón, me reveló el secreto del conocimiento. Las sombras de la caverna pasan ante mí pero la vida transcurre a mis espaldas. Mis pequeños talentos se proyectan gigantescos sobre las paredes, mis sueños grandiosos se alimentan de la sombra gigantesca de pequeños ídolos de barro amplificados por la hoguera de mis vanidades.
La vida es solo eso: sombras chinescas sobre la pared. Y cuando se apague su llama, sólo quedarán pálidos recortes de papel bailando una torpe danza de pequeñeces.
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Mis pequeños recortes de papel, quizá proyectados por la luz del tiempo; hoy, dos meses y medio después, se me muestran grandes y hermosos: ¡Jesús, no dejes de escribir!
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