Duerme, no te inquietes crisálida,
tu alma despertará en un cuerpo nuevo
...
Luego brillarán tus alas bajo el sol,
serás la envidia de los gusanos que se arrastran,
tus alas te llevarán muy lejos,
gozarás los secretos del aire y de la luz:
serás, seremos,
mariposas.
En la metamorfosis de la oruga late la esperanza. La crisálida no lo sabe aún, no admite que su cuerpo encarcelado pueda portar alas. Hay capullos de seda invisible que encierran las almas de los hombres y a veces necesitamos alguien que nos anime a desatarnos, que nos obligue a saltar al vacío ... y volar.
Will el resentido, Will el desconfiado, Will el escéptico no puede creer que sea capaz de hacer algo extraordinario, más allá de mostrar su deformidad en un espectáculo de feria. Pero un día aparece por allí Méndez, director del pequeño Circo de la Mariposa, que lo califica de "maravilloso". Da igual el como, pero Will acabará trabajando en su circo, y lo que es mejor: participará en un número estrella gracias a una rara habilidad que descubrió cuando dio, por fin, un paso adelante.
Esta historia de superación que conocí por mediación de un colega hace algunos años, nos cuenta con gran belleza en apenas veinte minutos la metamorfosis de un ser humano. Y, al final, cuando el protagonista salta al vacío descubrimos que todos tenemos una alas invisibles: todos podemos ser mariposas.
Uf! aunque hace tiempo que ya la había visto, he llorado como hace mucho no lo hacía.... :'(
ResponderEliminarMuy buena historia, uno muchas veces cree estar siempre peor que otros, hasta que se da cuenta que no es verdad y no te imaginas ni cómo es eso de estar "peor"......
Gracias por compartir.
Saludos
Efectivamente, Liliana, una bella historia de superación.
EliminarVamos a verla con las alumnas de educaicón de adultos el último día de clase antes de estas vacaciones. Todas tienen la autoestima muy baja, esta historia les animará, estoy seguro.
Asegúrate de tener una caja de kleenex a la mano....!
Eliminar;)
Y efectivamente, algunas lloraron...
ResponderEliminarPese a visionaria en una pequeña pantalla, pese a que los subtítulos no llegaban a verse, a pesar de que el sonido era infame y los reflejos de las ventanas llenaban las cálidas imágenes de irisaciones intrusas... A las cerca de sesenta alumnas les gustó. Y el conato de rebelión inicial cuando descubrieron que era subtitulada dejó paso a la admiración y al respeto.
La película tiene ese especial poder. Sí, señor.