La vida se pasea por el amor y por la muerte. Morir torna el amor aún más sublime. Todo se vuelve más intenso: la juventud, la belleza, la sensación de los cuerpos desnudos sobre la hierba verde, la peste como telón de fondo y contraste ... pero, sobre todo, el
amor.
Sería una obra menor de su director, su paso por las taquillas resultaría decepcionante, los críticos la juzgarían con desdén... pero a mí me fascinó cuando la vi. Joven yo, como el protagonista, también sentía anhelos de viajar hasta el mar y, como él, me sentía atraído irremediablemente por la belleza y dulzura de sexo opuesto. El amor en plena naturaleza, ese gozo indescriptible; la serenidad ante la miseria y la muerte que rodea a los protagonistas, la muerte misma a las puertas del abrazo... Todo respira vida. Admiro la pureza de la doncella. Envidio la suerte de Assi Dayan: yo también me enamoré de Anjélica Huston.
Que el amor reine en estas fiestas navideñas.
ResponderEliminarSí, también esa clase de amor... El que trasciende los cuerpos, el que no tiene sexo y se acrisola en el alma...
ResponderEliminarF E L I Z · N A V I D A D