El diario El País publica hoy un artículo sobre la popular red de microblogs Twitter: "Los secretos del pájaro azul". En él nos recuerda que más de la mitad de la población mundial (es decir 2000 millones de personas) usan las redes sociales, de las que 1000 millones lo hacen en las redes chinas Qzone y Sina Weibo. Después nos alerta de que, el aparente caos de los millones de mensajes constituye una decisiva fuente de información sobre hábitos, gustos y opiniones (incluso políticas) susceptibles de ser usadas para conocer nuestros secretos y de esta manera manipularnos a su antojo. Sólo en Twitter (280 millones de usuarios) sería posible conocer perfectamente nuestras opiniones políticas, nuestro perfil económico, nuestra situación laboral, nivel de educación... (nuestras faltas de ortografía no son indiferentes, sino inferentes; nuestro horario delata nuestro posible desempleo, el uso masivo la falta de trabajo y una perniciosa acumulación de tiempo libre, etc). Por otro lado los seguidores, retuits, hashtag y trending topic, son elementos de análisis suficientes para trazar un gigantesco sociograma colectivo muy útil para los especialistas en la manipulación social.
El libro de las caras:
El mito de Narciso, la compulsiva necesidad de enseñar nuestras caras (y nuestros gustos y disgustos, nuestras vidas y las ajenas, nuestros amigos e intereses, nuestros familiares...). Nuestra cháchara virtual, tan insípida en realidad, analizada con potentes robots procesadores puede realizar un escáner íntimo más detallado que un TAC.
A veces, cuando enlazo a mi perfil, mi ordenador me sorprende con un "cuelgue" de diez segundos, mientras tanto las minipantallas de la barra de tareas que muestran el tráfico de datos con la red
permanecen encendidas delatando un tráfico intenso entre mi máquina y el servidor de la red social. ¿Qué diantres está leyendo en mi PC? ¿Cuántos datos realmente necesita?
Mirando hacia afuera:
Outlook, mi programa de correo, opera también a mis espaldas. MI codiciada libreta de direcciones es apetecida por muchas aplicaciones de redes sociales. Me lo preguntan una y otra vez: ¿Permite que accedamos a ella para aumentar sus círculos de amigos, bal, bla, bla...? En algún momento de descuido puedo dar a aceptar y...
En la página que me interesa, en el súper, en el comercio que visito... todos se empeñan en conocer mi dirección de correo electrónico. Si picamos como pardillos, pronto comprobaremos que la cuenta se nos llena de mensajes publicitarios masivos. A veces utilizamos el mismo truco que las comunidades de vecinos: habilitamos un buzón para la propaganda, para el correo basura; y creamos cuentas a propósito para acumular allí el spam y desahogar las importantes.
Por lo que tarda en gestionar mi pequeño correo y por otras referencias he descubierto en algunas ocasiones que alguna de mis cuentas estaba infectada y enviaba automática y ocultamente mails a direcciones insospechadas o a mis contactos sin permiso ni conocimiento. No siempre mira hacia afuera como se deduce del nombre del programa: me mira a mí, conoce mis gustos y mis amigos...
Todos estos vigilantes, con la escusa de hacerme un favor, me inspeccionan, me analizan, diagnostican mi éxito, mi fracaso o mi nadería; me escanean, elaboran mi perfil, me localizan, me insinúan, me tientan... casi son como Dios, pero sin buenas intenciones.
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