(24) Y los discípulos se asombraron de sus palabras. Pero Jesús respondiendo de nuevo, les dijo: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! (25) Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios. (26) Ellos se asombraron aún más, diciendo entre sí: ¿Y quién podrá salvarse?…
Marcos 10:25
Siempre he desconfiado de los adinerados. Recelo de las naciones ricas, de los países de rentas altas... Bien puede ser que lo tengan ganado; pero también que lo tengan robado, bien sisado, incluso que lo hayas expoliado, despojado, desvalijado... o simplemente lo hayan defraudado al resto, a los demás. La mayoría de los ricos practican una especie de corrupción moral amparada por la ley. Al resto de adinerados sólo les justificaría poseer fortunas si estas son el instrumento necesario para ayudar al prójimo. En esto coincido plenamente con las palabras atribuidas a Jesús, en el evangelio de San Marcos.
Me parece descubrir muchas veces un cierto papanatismo, un secuestro moral tipo Síndrome de Estocolmo, en algunas personas que admiran el estado de bienestar de los países ricos sin plantearse críticamente cómo han llegado a él, cómo lo sostienen, quién paga en realidad su elevado nivel de vida. Hacen atribuciones al origen de su riqueza que, además de ser ingenuamente falsas, añaden una actitud de menosprecio por los que son más pobres: Lo son porque se lo merecen, porque no trabajan tanto, porque no son tan listos o no están tan preparados... Podemos ver esto desde todos los planos: a nivel internacional (valoremos los siguientes conceptos: primer-tercer mundo, inmigrantes, colonias, países PIGS...), nacional (estudiemos la cultura del pelotazo, los privilegios de los banqueros, la corrupción política...), autonómico (analicemos los estereotipos: catalanes trabajadores - andaluces vagos, vasco industrial - castellano labrador...), municipal (comparemos los barrios de Las Rozas - Vallecas...) y personal (pensemos en las actitudes entre familiares ricos-pobres...)
Si fuera posible me gustaría dar un paseo (con mascarilla) por las tripas de algunas sociedades. Una expedición endoscópica por sus finanzas ocultas, sus tratados secretos, sus acuerdos reservados... Me gustaría saber a quién venden, qué o porqué lo hacen. Me encantaría desvelar los negocios de sus bancos, airear sus registros... quizás no sean tan listos ni trabajen tanto, quizás son simplemente tramposos aventajados, ladrones de guante blanco, sepulcros blanqueados, hipócritas al fin.
Me despacho a gusto contra este tipo de depredadores monetarios porque me llega como una nausea la noticia confirmada de que el luxemburgués Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, el mismo que imponía austeridad a Grecia, Portugal, o España, el que ejecutaba a los ahorradores chipriotas o ahogaba amistosamente a De Guindos; era el mismo Jean Claude Juncker que permitía en secreto aLuxemburgo, cómo presidente del país) llegar a acuerdos fiscales con numerosas multinacionales para que estas desviarán a su países buena parte de sus beneficios a cambio de impuestos más bajos, eludiendo así sus obligaciones fiscales en otros Estados miembros de la UE o en EEUU. El 1% recibido por la pequeña y adinerada Luxemburgo nos priva del 20% de lo que nos corresponde en justicia, pero sobre todo se lleva toda la riqueza a su terreno. Su altísima renta (una de las más elevada del mundo) pisotea desde su altura las rentas agónicas de millones de ciudadanos de otros países. Y entonces pienso que habrá quien le admire y mi náusea me hace vomitar.
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